El índice de pobreza en el país aumentó cerca de unos cinco puntos durante el tercer trimestre del año. Así lo advierte un nuevo estudio realizado por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), que atribuye el dramático incremento a la aceleración del proceso inflacionario y al desplome de la actividad económica.

Según las estimaciones de este observatorio, hoy cerca del 33 por ciento de los argentinos es pobre y, de esta manera, el año 2018 concluirá con una de las peores mediciones de la década en materia social.

Es que, según los especialistas, la falta de control de la inflación (algunos economistas estiman que el porcentaje llega al 47,5 por ciento) impacta en la medición por ingresos, en base a una canasta alimentaria básica y otra total, que marcan los límites de la indigencia y pobreza.

Estos datos aportados por la UCA se complementan con otros difundidos días atrás por Unicef, que alertó que casi la mitad de los niños y niñas del país es pobre. De acuerdo al relevamiento del organismo internacional, unos 6.300.000 chicos argentinos, de hasta 17 años, viven en situación de pobreza, es decir que ven vulnerado el acceso a sus derechos básicos, publica Diario El Norte.

El informe de Unicef, que se titula “Pobreza Monetaria y Privaciones No Monetarias en Argentina”, fue elaborado por el capítulo local del organismo de Naciones Unidas con la colaboración de investigadores del Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico de la Universidad de Salta, la Universidad Nacional General Sarmiento y la organización Equidad para la Infancia, en base a las cifras de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), correspondiente al primer semestre de este año.

Según explicaron los responsables de este trabajo de investigación, el mismo fue desarrollado bajo un sistema multidimensional, que tomó en cuenta tanto las condiciones de hábitat como las de escolaridad de los chicos.

En este nuevo escenario que vive el país, que comenzó a configurarse a partir de 2015 con el giro de las políticas macroeconómicas que impulsó la administración Macri, se advierten hoy claramente quiénes son los ganadores y quienes los perdedores del modelo impulsado desde la Casa Rosada: en el primer grupo, el de los más beneficiados, están el sector financiero, las empresas energéticas y los grandes exportadores de productos primarios; mientras que entre los más perjudicados están las pequeñas y medianas empresas, los cuentapropistas y buena parte de la población. En este punto, un reciente estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), observa que la Argentina mantuvo mejoras en los indicadores de distribución y logró avances en la lucha contra la pobreza junto a otros países de la región, como Brasil por ejemplo, de la mano de políticas de acceso a la salud y la educación, que son claves para mejorar la distribución y la productividad. En los últimos tres años, en cambio, el país agravó sus niveles de desigualdad.

La Argentina, lamentablemente, ha ingresado en una etapa en la que se extingue la movilidad social, y así lo confirma un documento de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que señala que un niño que nace hoy en un hogar pobre de nuestro país tendrá enormes dificultades para poder torcer su destino: necesitaría al menos seis generaciones para mejorar sus condiciones de vida y salir de la trampa de una sociedad que profundiza la desigualdad y tiene a amplios sectores de su población por debajo de línea de pobreza. “¿Un ascensor social descompuesto? Cómo promover la movilidad social”, se titula el informe de la OCDE, que analizó distintas variables relacionadas con los ingresos, la posibilidad de acceso a una vivienda digna y a servicios de salud, entre otros factores considerados indispensables para garantizar cierto grado de movilidad social ascendente. El análisis, que se llevó a cabo en 36 países, entre ellos la Argentina, concluyó que en la mayoría de las naciones estudiadas la movilidad social entre generaciones prácticamente no existe desde la década del 90. Para los argentinos el panorama a corto y mediano plazo, lamentablemente, no es el mejor. La crisis económica ha hipotecado el futuro de la mayoría de la población, que ve cómo a diario se deteriora su nivel de vida, en un país que, para colmo, tiene hoy un endeudamiento récord.