Por Toni Villavicencio | La pobreza y la atención de la salud pública son fenómenos interrelacionados que preocupa a la población de Monte Quemado.

Con un interventor del Hospital Regional del Norte Grande ausente que viene un día al mes, y más preocupado en la recaudación que en el servicio de la atención de la salud pública.

Las ciudades pobres con economías de supervivencias, como lo es Monte Quemado, tienden a presentar peores resultados sanitarios que los pueblos pudientes. Esta realidad refleja una relación de causalidad, la pobreza genera mala salud y la deficiente asistencia de la salud pública en oportunidades genera innecesarias urgencias y hasta muertes injustas que desembocaron en movilizaciones populares, que obligaron al gobierno provincial improvisar un plan sanitario que siempre fue de emergencia y no de una solución de fondo.

Pasaron los meses, la desigualdad sanitaria y la no existencia de servicios básicos en el hospital público vuelven a poner en riesgo la vida, y es por eso que la población se preocupa. Los  últimos días circulo una nota pidiendo la firma de los vecinos para una mejor atención de la salud pública.

Las autoridades del gobierno de la provincia y de la ciudad de Monte Quemado deben revisar cuál es la falla del sistema sanitario implementado en el nosocomio del Norte Grande y por estos últimos meses la situación de la atención de la salud pública es crítica.

El hospital es grande de nombre y de estructura, pero vacío en recursos humanos, especialidades, tecnología e insumos. No hay anestesista, por ende, no funciona la sala de cirugía. La población infantil supera a los 10 mil niños y no hay en toda la ciudad un médico pediatra, sí hay ambulancias, pero el interventor dio orden que hay que racionar el cupo de nafta y para que salga el vehículo tiene que esperar dos o tres enfermos para aprovechar el viaje. Y es porque el interventor que viene una sola vez al mes, prioriza la economía y no la urgencia del paciente.

Son 45.000 los habitantes de Monte Quemado y zonas de influencias donde el 75% de la población son familias pobres, dependientes de una economía de supervivencia. Los que diseñan las políticas sanitarias en la provincia deben reparar que los pueblos pobres tienden a presentar peores resultados sanitarios, entonces se debe de prever un hospital acorde a la demanda de atención de la salud pública, de lo contrario, pacientes con enfermedades curables, por falta de servicios básicos en el hospital, se transforman en urgencias y con riesgo de perder la vida.

El interventor del hospital

El Dr. José María  Gómez, director del hospital de Campo Gallo, a la vez designado interventor del nosocomio de Monte Quemado y responsable del hospital distrital de Santos Lugares, actualmente ocupa una banca en el Consejo Deliberante de Campo Gallo. Como dice el dicho, el que mucho abarca poco aprieta y en el caso del hospital local, a la falta de recursos humanos, hay una manifiesta crisis de administración hospitalaria, instrumentada desde un plan mensual de austeridad  de los fondos  hospitalarios, que afecta no solo la gestión sino también la atención de la salud pública.

Es frecuente que para evitar el gasto en combustible no se priorice la urgencia y se espere dos o tres derivaciones en una misma ambulancia con el riesgo que esto representa para  pacientes con patologías de cirugía urgentes. Tal es el caso reciente de un paciente de apellido Esprobieri, al que trasladaron días después de la derivación que aconsejo el médico, y por milagro los médicos del CEPCI  lo salvaron de una peritonitis.

La clase política debieran comprender lo que parece les cuesta entender: el funcionamiento de la salud pública es la obra más importante de un gobierno porque con ella salva vidas.