Por Tony Villavicencio | La sociedad copeña tiende a condenar el talento y el éxito ajeno. La envidia paraliza y el miedo que genera no encaja, y uno de los mayores temores del ser humano por naturaleza es diferenciarse del resto y no ser aceptado.

Es ese el escudo que frena a los comunicadores sociales de Monte Quemado.

En el caso de este medio, nuestro temor más profundo no es que seamos rechazados. Sino discriminados por nuestra experiencia en el ejercicio del periodismo y nos conviertan por nuestros cocimientos en excesivamente peligrosos para un gobierno que está aprendiendo a gobernar y no lo admite.

Vemos que es la luz y no nuestra oscuridad, la que atemoriza al gobierno de Felipe Cisneros, con algunos funcionarios molestos por nuestras advertencias. No estamos criticando, sí escuchando a los vecinos y reflejando las necesidades más urgentes, como es el mantenimiento de los desagües, la limpieza de las cunetas de la ruta 16 y ejerciendo  periodismo de prevención cuando nos referimos a la urgencia de tapar los baches e iluminar las avenidas más importantes para evitar accidentes y escribimos pensando en la seguridad de la gente y no en el mal o la inexperiencia de los funcionarios del gobierno. 

Desde un medio local que cobra una muy buena pauta del municipio, no por informar, sí por pertenecer al partido político gobernante desde donde no se genera información más que noticias de los diarios y son cuidadosos de no comprometer al poder político local, omitiendo el dolor y el sufrimiento del pueblo. Empero, entendemos que fundaron una radio para hacer un buen negocio y no para contribuir a mejorar la calidad de vida de los vecinos.

Empero, si es justo preguntarnos, quiénes son ellos para prohibirnos, a El Municipal Web, que paga impuestos, con licencia habilitada no ejerza la libertad de prensa, amplificando la voz de los vecinos, contribuyendo a la prevención de la seguridad vial. Desconocer es no tener la menor idea de la misión del periodismo en bien de las democracias.  

No quiero pensar que en la jerga del desarrollo personal, hay personajes vinculados a las radios que  padecen el síndrome de Solomon cuando tomamos decisiones o adoptamos comportamientos para sobresalir, destacar o brillar en un grupo social determinado y también cuando nos boicotean para no salir del camino trillado por el que transita la mayoría sin darse cuenta el daño que causamos a los pueblos a cambio de monedas.

Los que conocemos, estar al frente de los micrófonos de una radio, no en vano, por unos instantes nos convertimos en el centro de atención y al exponernos abiertamente, quedamos a merced de lo que la gente pueda pensar de nosotros, dejándonos en una posición de vulnerabilidad y la maldad pone de manifiesto el lado oscuro de nuestra condición humana y es ahí donde la libertad de tu lucha en la boca del corrupto o el envidioso te transforma en inmoral, si hay historia a tu favor, la cuentan al revés.  

Por una parte, al que socialmente sobresale, por envidia tratan de bajarlo creyendo que nuestro valor como personas depende de lo mucho o lo poco que la gente nos valore. Y por otra, constata una verdad incómoda: que seguimos formando parte de una sociedad en la que se tiende a condenar el talento, el conocimiento, la sabiduría  y el éxito ajeno. Aunque nadie hable de ello, en un plano más profundo en sociedades, está mal visto que en el emprendimiento y la vida nos vaya bien y hasta hay gente que si puede contribuye para que te vaya mal.

Detrás de este tipo de conductas se esconde un virus tan escurridizo como letal, que no solo nos enferma, sino que paraliza el progreso de la sociedad: la envidia. La Real Academia Española define esta emoción como “deseo de algo que no se posee”, lo que provoca “tristeza o desdicha al observar el bien ajeno”.

El primer paso para superar el complejo de Solomon que sufre la radiofonía de Monte Quemado consiste en comprender la futilidad de perturbarnos por lo que opine la gente de nosotros. Si lo pensamos detenidamente, tememos destacar por miedo a lo que ciertas personas –movidas por la desazón que les genera su complejo de inferioridad– puedan decir de nosotros para compensar sus carencias y sentirse mejor consigo mismas callamos. Claro hay un dicho que lo asociación, “hacerte amigo del Juez, pero no del intendente. Pero nadie analiza  Si comencé bien con el poder político siempre termine enfrentado o viceversa.

Desde mi experiencia de 42 años en el periodismo,  aprendí  lo que codiciamos nos destruye, lo que admiramos nos construye. Esencialmente porque aquello que admiramos en los demás empezamos a cultivarlo en nuestro interior. Por ello, la envidia es un maestro que nos revela los dones y talentos innatos que todavía tenemos por desarrollar. En vez de luchar contra lo externo, utilicémosla para construirnos por dentro. Y en el momento en que superemos colectivamente el complejo de Solomon, posibilitaremos que cada uno aporte –de forma individual– lo mejor de sí mismo y  ayudemos desde los micrófonos de las radios a salvar  la sociedad.