Por Tony Villavicencio | Transportan la riqueza agrícola del norte para que la industrialicen cerca de los puertos, mientras los pueblos de provincias de Chaco, Santiago del Estero y Salta emigran o deben resignarse a sobrevivir de planes sociales.

En la mente de la política y de los políticos argentinos se vive el convencimiento de que “todo  pasa” por el puerto, y cuando se tiene que planificar la estrategias del progreso y el desarrollo del país, se decide pensando en el obelisco.

El pensamiento y la idea del proyecto del Belgrano Cargas, en su espíritu, conservo esa cultura, y con ese fin rehabilitaron las vías del ex Ferrocarril Belgrano, en beneficio de un sector productivo y económico pudiente, son diez latifundistas que vemos transporta la riqueza productiva agropecuaria del norte argentino para llevarla y elaborarla en las fábricas de las dos provincias más ricas del país: Buenos Aires y Santa Fe.

El intendente de la ciudad de Nueva Esperanza, Arnaldo Cazazola, al referirse al tema, señala que se debería invertir en la región construyendo la infraestructura necesaria para radicar industrias, que generen ocupación de mano de obra y le den valor agregado a la riqueza productiva agropecuaria de la región donde se  produce, el algodón, la soja, el maíz, el girasol  si es que realmente se quiere saldar la brecha profunda de provincias ricas y provincias pobres.

Por estos días, los gobernadores del norte grande, rompiendo las asimetrías del centralismo, con la que se gobernó desde la Casa Rosada nuestra argentina Federal, con los resultados  y las consecuencias de vivir en un país con provincias  ricas y otras con zanjas  anchas y profundas de desigualdad.

 Hoy, vemos que el Belgrano Cargas es una obra que, en su  espíritu,  responde no solo a ese maldito centralismo  transportando la materia prima (cereales) del NOA y del NEA, donde la gente de Chaco, Santiago del Estero y Salta emigran por falta de trabajo, quedando en sus territorios productivos bolsones de pobreza, mirando pasar los trenes de hasta cien vagones cargados con  la riqueza agrícola que, si se la industrializaran en el lugar de origen, se crearía fuentes de trabajo.

 El macrismo ejecutó el proyecto y promociona la obra como la reparación histórica del Norte Grande y lo hicieron con picardía, porque en realidad la obra, una vez finalizada, nos devela la  inconfesable idea de saquear la riqueza agrícola de Chaco, Santiago del Estero y Salta, beneficiando con un transporte barato a los pools de siembra encabezados por una multinacional denominado Yhac que cultiva 170 mil hectáreas en territorio  salteño. Y otras que responden a poderosos grupos económicos y ninguna  ni siquiera tienen oficinas, no compran los insumos  ni pertenecen a estas provincias.

Es decir, en este ramal, los trenes  cargar el sorgo, el maíz, la soja y el algodón en bruto, y para ello el Estado los incentiva con un flete ferroviario barato, que les significa una mejora en la rentabilidad  de los cereales y del algodón.

En realidad, en su intención la obra ferroviaria tiende a conspirar al aprovechamiento de la materia prima en las regiones de origen, cuando lo aconsejable debería ser promover la industrialización, a fin de crear fuentes de trabajo y de ese modo se reactiven las economías de estas provincias, que cargan en sus espaldas la pobreza del obsesivo centralismo con el que se gobernó  desde hace  varias décadas, el país. La  reactivación del Belgrano Cargas, no cumple ninguna función social  ni  los crotos son beneficiados, devolviendo a los norteños a los años de plomo.

En la década de los cincuenta nos llevaron  la riqueza maderera de Santiago del Estero, Salta y Chaco ahora viene  por los cereales que  cargan en bruto la materia  para industrializarlo, y generar fuentes de trabajo a las orillas de los puertos,  entonces las  provincias,  generadoras  de la riqueza productiva agropecuaria,  sin fuentes de trabajo miran  los trenes pasar cargados con la riqueza de la región  a la que pertenecen y donde viven condenados a emigrar en busca de trabajo  a  sobrevivir de planes convertidos en pesadas cargas sociales para el Estado.