Por Tony Villavicencio | En estos días vemos el intenso trabajo por trasformar la ciudad en un ambiente más saludable donde nada será fácil.

Hay  familias sin trabajo, sobreviviendo de planes sociales en  barrios  y asentamientos que se inundan,  donde  no llegan  los servicios  del municipio y las familias sobreviven como pueden.

La problemática en la ciudad es estructural, hay sectores que sufren pobreza extrema y no son pocos los expertos que sostienen que es necesario comenzar ya mismo a transformar la ciudad para que se conviertan en lugares más seguro, inclusivos y habitable.

En  Monte Quemado el fenómeno de la concentración de población  no obedece solamente al instinto gregario. El éxodo de la zona rural  hacia la ciudad es un proceso que lleva ya varios años y se explica por la falta de oportunidades de las zonas históricamente menos favorecidas con inversiones en infraestructura y servicios. Nos estamos refiriendo a la falta de  caminos, sin agua y ausencia de servicios.

 Pero esa búsqueda de un mejor horizonte que cada año moviliza a cientos de familias del campo a la ciudad, no siempre se traduce en mejores condiciones de vida. Así lo demuestra el crecimiento del número de asentamientos con familias de muy bajos recursos que no cuentan con un acceso regular a servicios de agua corriente o energía eléctrica.

Al respecto, la municipalidad realiza un censo que demuestra los niveles de pobreza, precariedad habitacional, desempleo y el grave problema de la inseguridad alimentaria.

Podemos adelantar que hay grupos urbanos que gastan la mayor parte de sus ingresos (planes sociales) en alimentos, aunque eso no garantiza una adecuada nutrición para sus hijos.

Sin necesidad de esperar resultado, adelantamos que el censo va a mostrar la necesidad de proyectar una ciudad  con capacidad de recuperación, autosuficiencia y sostenibilidad social y económica. Sin embargo, advierten que esto tiene una aplicación especial y dimensiones sociales y económicas muy diferentes.