Por Tony Villavicencio | Resulta increíble leer en los diarios de mayor circulación el ataque al sector forestal, haciéndolo responsable de todos los males (calor, la sequía Y las inundaciones) que nos aquejan.

Hay justificación para todo lo que se dice desde lo ideológico, pero no desde lo técnico o científico.

Por un lado no hay casi trabajos que sustenten lo que se afirma, (creencia), pero por el otro y por el contrario hay una extensa biblioteca que habla de siembra directa, de manejo del agua, de cobertura, de asimilación de CO2, (ciencia), pero de todo esto nadie conoce ni habla, y lo que es peor, nadie quiere hablar ni conocer.

En la actualidad que nos toca vivir, desde hace varios años y particularmente acrecentado en estos días, vemos que se encuentra instalada en la sociedad una nueva grieta, o contienda o lucha entre dos conceptos que deberían ser perfectamente conciliables, o mejor dicho, que deberían funcionar de manera coordinada y consecuente, como ha sido desde el inicio de los tiempos.

Se trata del conocimiento   por un lado y la creencia popular por el otro. Y previo a eso me parece fundamental definir que el conocimiento científico se obtiene mediante observación, experimentación y demostración de manera metódica. Es decir que existe el conocimiento c y prueba sobre cada materia que implica el desarrollo de la vida (ciencias humanas, naturales, filosóficas etc.), y que avala cada saber adquirido, demostrado y aplicado a cada materia. 

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Ahora bien, desde hace un tiempo largo ya, cada situación demostrada científicamente es discutida y cuestionada por personas o personajes, que sin tener ningún rigor científico ni saber que los avale, les hacen frente a conocimientos perfectamente demostrados de manera irrefutable hace siglos, solamente apoyados en su creencia. Y esa creencia, siempre es obtenida a través de relatos parciales, o publicaciones por distintos medios, a veces de personas anónimas y de las cuales la gran mayoría de la opinión pública, sólo se queda con los títulos, en rigor a la verdad.

Esta situación cobra relevancia cuando esos relatos se imponen entre la masa sin conocimientos, en medio de la mayor crisis educacional y social que se ha vivido en nuestro país, es decir, campo fértil, y se pretende modificar parámetros sin ningún rigor científico que terminan cambiando la vida de las personas, generalmente de manera negativa, pero con enunciados rimbombantes dichos desde escritorios ubicados en rascacielos, en las grandes ciudades donde imperan las teorías  abstractas pero ninguna experiencia y donde hablar del los recursos y el medio ambiente no es mas que biscar un tema que les delegue un elevado estatus social.

En el ámbito de la creencia constantemente estamos haciéndonos daño y creyendo que por no tocar ni hacer nada con los recursos naturales ellos se preservan, cuando no es así, y existen conocimientos científicos que así lo demuestran: si queremos fijar más C02 y queremos mejorar las condiciones de crecimiento de nuestros montes, no hay otra solución que intervenirlos, para sacarlos del clímax que han alcanzado y que no les permite seguir su desarrollo. Y esto no es necesario ser ingeniero para darnos cuenta y digo haciéndonos daño, porque siendo una provincia con gente  pobre, (no pobre de recursos), y dependiente de todo lo que el estado le quiera dar, o sea viviendo de planes sociales, estamos condenando a los pobladores y habitantes del interior a la peor pobreza.

Constantemente vemos como se trata de ideologizar a criollos y aborígenes para que no trabajen su tierra, que no exploten sus recursos, o sea que no resuelvan sus problemas, ya que el estado paternalista  lo hará, y desde la política se fomenta que sigan viviendo de dádivas, en malas condiciones sin acceso a la educación, a la salud y al trabajo. Al campesino de Copo no se les regulariza la tenencia de la tierra se lo despoja y se les prohíbe  Se los trata de convencer que se tiene que ir  a los asentamientos de la ciudad que  esa es su mejor vida ciando sin caminos, sin agua y se las convierte a estas familias en pesadas cargas sociales para el municipio.

La realidad del pueblo Santiagueño está ocurriendo hoy, aquí y ahora, con una mayoría de ciudadanos sumidos en la pobreza más vergonzosa que se haya conocido, de la que se habla en todos los ámbitos nacionales y más allá también, pero viviendo en una provincia rica en recursos naturales ideológicamente intocables para producir y alimentar a todo el país, pero sin embargo llena de pobres, hambrientos de trabajo, de alimentos, de vivienda digna, de agua potable, que necesitan criar a sus hijos, darles educación y desarrollo, pero eso es hoy, no dentro de cien años, ni diez años, ¿y qué hacemos  hoy? se debe estar preguntando nuestro intendente  el Ingeniero   Forestal Felipe Cisneros, sin saber por dónde arrancar.