Por Tony Villavicencio | El eficiente trabajo de la fiscalía de la ciudad de Monte Quemado mantiene controlada y evita la radicación de organizaciones delictivas  que  buscan instalarse  para convertir a esta ciudad en cabeza de playa del delito organizado.

En este artículo, nos interrogamos sobre las características sociales y la organización de los actores de la violencia, tomando en cuenta no solo a los grupos delictivos, y entre ellos a los narcotraficantes, sino también a la incorporación de miembros de la fuerza policial.

En Monte Quemado, al igual que los otros círculos sociales que viven en contacto y en connivencia con el mundo de la violencia, sin ser, no obstante partes activas, nos preguntamos; qué relaciones han tenido estos círculos entre sí, tanto en la base de la pirámide social y la clase media como en la elite de una sociedad  preocupada cuando se informa de que en estas organizaciones delictivas, se incluye a policías en lo que pareciera es una nueva modalidad criminal y violenta. La violencia  de la droga que se habrían trasladado a  los conflictos por la tierra.  

No son todos

Claro que tenemos que hacer una salvedad, no es toda la fuerza, tenemos una policía honesta, bien formada y profesional, en la que la sociedad tiene que confiar y si surge a la luz el obrar delictivo de sus propios miembros, es  porque la misma fuerza genera los anticuerpos para auto depurarse y poner en recaudo de la ley aquellos que la trasgreden cuando tienen la misión de hacerla cumplir. No es menos la labor de los fiscales,  que a veces sin los medios y los recursos para hacer frente al crimen organizado, lo enfrentan y los desarticularon colocando en recaudo de la justicia a  responsables, en salvaguarda y protección de la sociedad copeña.

El narcotráfico sabe que Monte Quemado no es una ciudad de consumo de la droga, sino un punto geográfico estratégico para armar una cabeza de playa y lanzarse a la conquista de los principales centros de comercialización del país, con posibilidades de llegar hacia los primeros mercados del mundo.

No debemos olvidar que las actividades de los narcotraficantes han sido durante mucho tiempo no solo toleradas, sino aceptadas e incluso valoradas por todo un sector de las elites, así como de la clase media y los sectores populares. Adicionalmente, el enriquecimiento ligado al narcotráfico ha sido considerado durante mucho tiempo como una manera legítima de ascenso social o de enfrentar las situaciones socioeconómicas precarias.

El paso obligado de la droga

La pregunta que surge es en qué forma estos fenómenos dan testimonio de un vínculo muy especial con la problemática de la igualdad socioeconómica. Se debe reconocer que Monte Quemado es el pasaje obligado de la droga, con el fertilizante  de una sociedad que se encuentra para el submundo dentro de una ciudad empobrecida y ubicada  en el camino del narcotráfico, y es parte de ese mundo de la pobreza y la oportunidad de lo ilegal para salir de la miseria.  

Si aquí no vivimos el clima de violencia que instaló el narcotráfico en Rosario y en otros puntos del país, es porque Monte Quemado no es un centro de consumo, sino es el paso obligado de la droga y lo que trata el narcotráfico  en su organización es la de incluir a policías, gendarmes y adictos de informantes  para liberar de los controles.

Desde hace tiempo venimos advirtiendo la porosidad de las fronteras entre la policía y el crimen organizado, y a la vez la eficiente labor de nuestros fiscales Gabriel Gómez y Santiago Bridux, que trabajaron en la desarticulación y aprensión  de los primeros síntomas  de lo que parecía fue el comienzo de una banda organizada para el crimen.

Sin embargo, a meses de aquel hecho ocurrido en el barrio Canal de manera muy paradójica, otra vez personal policial sospechado de facilitar y liberar el territorio al narcotráfico, con el agregado de policías integrando un grupo violento, especializado y armado dedicados a lo que sería en la región una nueva modalidad delictiva. La de desalojar mediante procedimientos armados y violentos  a familias campesinas de sus antiguas posiciones.

Con relación a estos hechos, a la sociedad de Monte Quemado se la percibe confiada en la labor y honestidad de los fiscales, y hay que decirlo también que de la policía profesional que genera anticuerpos y muestra tener la capacidad de depurar a los miembros de su propia fuerza que transgreden la ley, y son los que deberán responder ante la justicia por su deslealtad a la fuerza o negar su inocencia.