Por Tony Villavicencio | El periodismo avanza a marchas forzadas y se adapta a nuevos tiempos, con nuevas formas de formar, informar y entretener. Estamos en la era digital, de la comunicación al instante, de la información rápida, sin contraste en ocasiones. Empero, también es cierto la corrupción en casos se ha instalado en las mismas medulas de algunos medios de comunicación.

Desde siempre hemos sostenido que unos son y defienden al periodismo y otros son los vivos. Son los que hoy se aprovechan de un medio para delinquir: Esos son efectivamente eso, delincuentes de la comunicación que cuando trabajan en equipo limpian la cancha en beneficio de la corrupción, al extremo de sacar del medio al que trabaja con sacrificio vocación y honestidad.

Esa degenerativa práctica también se implantó en estos últimos años con todas las consecuencias conocidas y no es producto de nuestra imaginación, todo ha quedado demostrado una vez más al ponerse al descubierto una red de periodistas corruptos, capitaneados por un oscuro personaje cuyo nombre trascendió trabajando en medios de grupos que se quedaron con todo lo que era de todos los santiagueños.

El justificativo para apretar a las intendencias y las comisiones municipales tiene una explicación desvergonzada: Una ayudita para los periodistas que somos explotados por el dueño del medio no nos pagan lo suficiente, “y si nos cuidas con el aporte nos callamos y te cuidamos”.  

En esas condiciones, los medios no revelan lo que verdaderamente ocurre en las ciudades y localidades del interior. Los comisionados e intendentes que hacen el aporte como el precio de las mercaderías, “mejor cuidados por las mafias del periodismo” y si son criticados, el periodista leal a su profesión se convierte en víctima de los grupos corrompidos que operan y lo excluyen dentro de la infestada estructura de algunos medios.

 Estamos de acuerdo, en el periodismo no somos Teresa de Calcuta ni siquiera la sola apariencia de objetividad o la integridad han quedado comprometidas y es algo perdonable en esta profesión, empero llegar al extremo de aprovecharse de los medios para delinquir armando mafias para apretar intendentes y comisionados municipales, esta conducta es delictiva y constituye un perjuicio contra las empresas de los medios y un verdadero atentado contra la ética y la moral del periodismo.