Por Tony Villavicencio | Cuando la clase alta argentina, dispersos por el país, apelan al fantasma del “comunismo”, es porque tienen miedo a que irrumpa una sociedad más igualitaria, un Estado para todos y no para unos pocos.

En todo el país y también en Monte Quemado, por las redes sociales como una predica de la derecha y el fascismo silvestre aseguran que la cuarentena conduce al “comunismo”. Más allá del disparate, y humildemente salvando las distancias de oportunidades, el colega Marcelo Logombardi se convirtió en el mensajero de la ultra derecha y pareciera que no ha comprendido que el capitalismo en la etapa actual ya no persigue al comunismo sino a la democracia. Se entiende bien de qué habla, defendiendo la clase alta argentina y los tilingos de clase media que ahora apelan al fantasma del “comunismo”, y lo hacen porque tienen miedo de vivir en una sociedad más justa e igualitaria.

Eso les da terror, lo viven como un despojo y una amenaza contra sus privilegios. Y también lo asocian a la pérdida del control sobre el rumbo del país que, claro, sienten que les pertenece, que es de ellos y nada más que de ellos. Por eso se explica que a veces, aunque se reconozcan que son pocos, pero si dueños de las fortunas, creen que el país les pertenece, aunque en realidad como en el caso de Monte Quemado, son cinco macristas de medio pelo y por las redes sociales, como en todo el país, aquí también deliran y hablan del fantasma del comunismo, que se convirtió en el verso nacional de la oposición.  

Nunca piensan que la desigualdad que proponen tácitamente ni siquiera les conviene del todo porque es un búmeran. Fabricar pobres como hizo Menem o como hizo Macri tiene su riesgo, porque después una porción de esa sociedad desplazada, sin trabajo, sin derechos y con hambre, se pone violenta y aumenta la “inseguridad”. Pero no hay caso, los macristas no han entendido lo que les cuesta comprender. El Neoliberalismo para el pueblo argentino fue una mala experiencia y me arriesgo opinar “Nunca más”  

Hoy ellos se dan cuenta de que el gobierno de Alberto Fernández ha ganado un amplio respaldo por su acertada política para contener la pandemia más grave de la historia, y sin importarles la vida se oponen a las restricciones.  

Lo concreto es que más allá de la pandemia el presidente Alberto Fernández con muchas dificultades se encamina superar la actual coyuntura a un cambio profundo del modelo de especulación financiera, desindustrialización, endeudamiento y pauperización que reinó en los últimos cuatro años por otro programa de producción, trabajo y desarrollo. Es un gobierno que se apresta a reparar los daños causados por el modelo de exclusión de las mayorías y enriquecimiento de unos pocos, instalado por el macrismo con el consiguiente deterioro de la estructura económica y el tejido social.

“A estos, si no les liman las uñas desde ahora, después no habrá quién los pare”, deben pensar, alarmados con razón los macristas. Por eso fisgonean a través de sus medios y sus predicadores. En oportunidades los informes son tan ridículos y mentirosos como lo fue el informe de las mujeres embarazadas de Formosa.

En realidad, los poderosos saben bien que sus argumentos no se sostienen y que sus denuncias son falsas, pero de lo que se trata es de introducir la cuña de la duda, del miedo, de la suspicacia, en una población golpeada por la peste y por sus secuelas sociales y económicas.

Siempre hay lunáticos, despistados y amigos del pensamiento mágico que son los primeros en reaccionar frente al estímulo envenenado de los medios. Se los ve desafiando el contagio junto a los malintencionados, a los intelectuales orgánicos de la derecha, a los sofistas de la desigualdad y a la izquierda servil que perdió el rumbo.

Los que se tragan el mensaje envenenado de la “anti cuarentena” recuerdan esas sectas mesiánicas que proclaman el fin del mundo o aseguran por devaluarla que la maravillosa  ciudad turística de las Termas de Rio Hondo esta sostenida por volcanes subterráneos. Pero, aunque hay muchos que son presa de la angustia que provoca la incertidumbre, los inspiradores del discurso no tienen nada de ingenuos, persiguen un objetivo político.

Lo que buscan es impedir que las medidas restrictivas salven vidas de argentinos y se oponen que el gobierno actual repare los daños provocados por el macrismo y se esfuerzan evitar que se grave a las grandes fortunas con una contribución extraordinaria, en el intento de cerrar el paso a una Argentina soberana con un Estado libre democrático y para todos. Y no para unos pocos.