Por Tony Villavicencio | Hoy, en trámite de jubilación podemos opinar con libertad sin arriesgar el pan de la familia, es decir sin temor a la represalia del estado y los empresarios.

Opinamos que siempre han sido los medios de comunicación un negocio económico y político. Es que el empresario grafico invierte para ganar, pero ahora algunos perdieron el decoro y se les vio la costura evidente de cómo la información que producen es una mercancía política y económica y eso ocurre. En el país, las provincias y también en Monte Quemado.

Afirmo, que los medios de comunicación se han convertido en actores políticos y económicos cruciales de las democracias contemporáneas. Su poder reside en su capacidad para influir en el poder: el poder de los gobiernos, jueces y legisladores; el poder de la política; y de los medios lejos muy lejos de la democracia, los diarios se han convertido ya no en publicidad, sino en la propaganda de la noticia oficial, matizada con las desgracias de los hechos policiales.  Sino no creemos que esto es así hay que recurrir  la tapa de los diarios de mayor tiraje.

Es decir, a estos gobiernos les va muy bien con su performance mediática. Ante la falta de planes, programas, obras y políticas, los gobernantes se han dedicado a comunicar con intensidad porque su negocio es la seducción para que la gente los quiera. Así, los gobiernos se han convertido en medios-periodistas-informadores-actores mediáticos: se prefiere actuar-decir-comunicar antes que hacer.

Por eso los periodistas declaman luchar por la libertad de expresión, empero en las prácticas los empresarios gráficos la quieren a su gusto y necesidades. Y la verdad es que no les interesa la democracia o la libertad de expresión o la calidad periodística, les importa imponer su relato como hegemónico, su versión única de la historia y la política. Es por eso que el poder político aliados a los medios de comunicación, gobiernan como celebrities, para emocionar más que para transformar. Lo perverso es que la calidad de los gobiernos se mide por el rating de favorabilidad, no interesa la responsabilidad democrática la discusión pública o la calidad institucional.  

Está claro los medios de comunicación dejaron de ser intermediarios o el oxígeno común de la democracia (si es que alguna vez lo fueron), para pasar a jugar la batalla del poder constituir, destituir o instituir a favor del gobierno y esto es así porque los medios perdieron su transparencia de encarnar la libertad de expresión y muchos de ellos se convirtieron en militantes de un modelo de periodismo oficialista alejado de los intereses del pueblo que los consume.

Su poder reside en la representación y expresión de los intereses corporativos de grandes conglomerados empresariales y políticos a los que pertenecen. Por eso, más que informar, hacen lobby para sus propios negocios; más que ejercer activamente la libertad de prensa, defienden la libertad de empresa desde donde silencian las críticas, al gobierno y hasta descalifican con grandes titulares a ciudadanos que comprometen y piensan distinto al gobierno.

Los medios, entonces, se convirtieron en voceros de sus amos y dejaron de ser los voceros de los ciudadanos. Su poder está en que militan y operan para el relato de la hegemonía política que les conviene; operan sobre la opinión pública blindando unos y atacando otros modos de hacer política. Según convenga, inventando grietas, polarizaciones, crisis. Su poder de lobby e incidencia política y económica está en que trabajan en la producción de visibilidades, percepciones, representaciones y emociones públicas. Así su incidencia afecta directamente los ambientes simbólicos, los climas sociales, el control la vigilancia, la moral y hasta la vida de los ciudadanos. 

Está claro, la connivencia de los medios de comunicación y los gobiernos  corrompe la libertad de prensa, fortalece la libertad de empresa y debilita a las democracias