Por Tony Villavicencio.- Es un clásico, cada vez que tienen que hacer un trámite bancario, los clientes de la sucursal del banco Santiago del Estero de la ciudad de Quimilí se resignan a invertir varias horas de su día para esperar a que la fila avance. Idéntica situación se plantea en la oficina de Edese de esta misma ciudad, donde hay un sólo empleado administrativo para atender a todos los usuarios de numerosas poblaciones del departamento Moreno.

En esta ciudad, las demoras no distinguen ancianos o madres con hijos en brazos, que deben soportar horas parados o sentados en un espacio reducido y encerrados en un lugar donde apenas ingresan 12 personas sentadas y a los que sobran los sacan a esperar afuera.

Allí está la gente con la cintura quebrada de tanto estar parados, bajo un alero soportando el frío o padeciendo el calor, y en muchos casos, a carecer de sanitarios se le agrega la espera condiciones vergonzosas. Es lo que ocurre en el banco y también en la oficina de cobranza de Edese.

El derecho a un trato equitativo y digno para los usuarios de bienes y servicios está contemplado en el artículo 42 de la Constitución Nacional y por la Ley de Defensa del Consumidor (Nº 24.240). Sin embargo, las autoridades del Banco Santiago del Estero y de Ederse lo vulneran a diario y los jubilados son los más perjudicados. Hay que recordar que en otras sucursales de esta misma entidad financiera hubo jubilados que se murieron esperando.

Pese a las diferentes opiniones, todas coinciden en que el tiempo de espera promedio, según las denuncias de clientes realizadas a El Municipal Web, oscila entre las tres y las cinco horas y los días de cobro hay gente que se queda durante toda la noche a esperar en las inmediaciones del banco.

“Si bien el banco Santiago del Estero delegación Quimili, en su interior disponen de sillas para brindar comodidades, muchas veces no alcanzan y la gente pasa horas parada”, agregó un cliente de la entidad en cuestión, y cuando el número de personas que están supera las doce butacas disponibles, el personal de seguridad, por orden de la gerente, saca afuera a los clientes, quienes se quedan bajo una galería, expuestos a todo, como este medio lo pudo certificar por lo ocurrido el pasado lunes 15 de febrero.

Hay que hacer notar que del sufrimiento se salvan aquellos clientes que desde lo económico son fuertes y son atendidos sin espera, por un empleado que no cumple otra función que la de atender a los pudientes, hasta con un café o un refresco, mientras los empleados públicos, o los que vienen a pagar impuestos, tienen que optar por la desconsideración de sacarlos a que esperen afuera, expuestos al calor o al frio y a los que logran acomodarse en alguna de las doce butacas deben permanecer inmovilizados porque el espacio es sumamente reducido y más se achica cuando de las dos ventanillas tan solo se habilita una.

Sin duda, las largas colas que se observan y el sufrimiento de la gente se deben a la falta de recursos humanos, El banco ahorra sueldos, con el tiempo de los vecinos, del mismo modo de lo que ocurre en la oficina de Edese Quimilí.

El 15 de enero se habilitó una sola ventanilla y el último cliente se fue del banco a las 15. De los 129 números extraídos, hasta las 12 del mediodía, desde las 8, tan solo 45 clientes habían sido atendidos, y los restantes 75, a 45 minutos de cerrar, esperaban afuera.  La realidad indica que cansados de esperar, hambrientos y sedientos, muchos abandonan la espera y se van sin poder cumplir con el trámite.

Opiniones

Las opiniones sobre las demoras y las largas colas en Quimilí y en todas las sucursales del interior tienen múltiples causas, infraestructura bancaria, ausencia de inversión, tecnología, pero fundamentalmente escasez de recursos humanos. El personal de empleados bancarios hace lo que humanamente puede, pero “si la financiera no habilita las ventanillas y emplea más personal, esta historia no va cambiar”, dijo un viejo y experimentado bancario jubilado de la ciudad de Quimilí.

Los clientes piden una solución

Los clientes reclaman una solución a este problema ya que temen que un ciudadano pierda la vida motivada por la tensión y la espera. En ese sentido, Juan Carlos Torres expresó que “los clientes del banco Santiago del Estero delegación Quimilí, y en especial los empleados públicos, provinciales, los jubilados, pensionados y de los diferentes planes sociales somos cautivos de un monopolio que se ha convertido en los dueños de todos los servicios de Santiago del Estero y lamentablemente el Gobierno de la provincia pareciera que no se interesa por la calidad de los servicios que nos prestan, cuando nosotros también tenemos derechos a recibir una buena atención ya que somos clientes obligados de esta entidad, de la que sentimos una gran falta de respeto a la dignidad humana”.

Por otra parte aseguró que “todos somos personas y nadie merece este trato inhumano”, a la vez que agregó: “Las colas no sólo se dan en este banco, sino que hay gente que va a amanecer en la oficina de Edese, donde también tienen un solo empleado para cobrar por el servicio de la luz, no solo de esta  ciudad sino, de Weisburd, El Colorado, Pozo del Toba y de otras poblaciones del departamento, y si uno no hace la cola y espera 8 o 10 horas y no la paga, te cortan las luz, y Edese es de los mismos dueños de los que nos hacen esperar en el banco, por lo que está muy claro es una empresa que no sólo cobra caro por un servicio malo que presta, sino que también ahorra en sueldos, robándole el tiempo a los clientes y usuarios”.

Finalmente, Torres dijo que “somos testigos del crecimiento económico de esta provincia y fundamentalmente de Quimilí, uno de los polos más importantes de la provincia y creemos que el servicio de esta entidad bancaria y también de Edese tendría que estar acorde a la realidad de estos tiempo y eso tienen que controlar los gobiernos, provincial y nacional, que no nos están representando” y entonces el grupo monopólico juega con los santiagueños, como el gato maula, con el mísero ratón.