Cuenta la leyenda que un día la mentira y la Verdad se encontraron en un río. Entonces, la Mentira le dijo a la Verdad:

– Buenos días, doña Verdad

Y la Verdad, que no se fiaba mucho de su nueva amiga, comprobó si realmente era un buen día. Miró al cielo azul sin nubes, escuchó cantar a los pájaros y llegó a la conclusión de que, efectivamente, era un buen día.

– Es un lindo día hoy, dijo la Mentira.

Y la Verdad vio que tal y como decía la Mentira, era un día agradable.

La Mentira entonces invitó a la Verdad a bañarse en el río. Se quitó la ropa, se metió al agua y dijo:

– Venga doña Verdad, que el agua está muy buena.

Por aquel momento la Verdad ya sí se fiaba de la Mentira, así que se quitó la ropa y se metió al río. Pero entonces, la Mentira salió del agua y se vistió con la ropa de la Verdad mientras que la Verdad se negó a vestirse con la ropa de la Mentira, prefiriendo salir desnuda y caminar así por la calle. La gente no decía nada al ver a la Mentira vestida con la ropa de la verdad, pero se horrorizaba al paso de la Verdad desnuda.        

La fábula admite muchas interpretaciones morales y que también simboliza perfectamente el que, a mi juicio, es el principal pecado de muchas sociedades que son manipuladas por el poder político: Hay muchos aquí en Monte Quemado que prefieren auto engañarse creyendo una mentira que eso sí, está muy bien presentada para que parezca verdad, antes que enfrentarse a la auténtica verdad sin tapujos.

Esto de preferir la mentira disfrazada de verdad es de lo más humano. Para todos nosotros nuestro hijo es el más guapo y las grandes orejas de soplillo que tiene le dan un toque gracioso a su cara. Pero en un entorno profesional donde las decisiones deben ser calculadas y normalmente poco emocionales, habría que quedarse con la verdad.

Con el caso del médico que trajo el Covid-19, como me decía un buen amigo, qué hubiera pasado si el pueblo se hubiera quedado con la negación de los comunicadores sociales, que salieron a desmentir la objetiva y verdadera información que fue publicado por El Municipal Web.

El poder político local siempre disfrazo la verdad vistiéndola con la ropa de la mentira. Negando el encarnizado autoritarismo que ejerce sobre el pueblo, sin embargo, una mentira por pequeña y piadosa que sea, no deja de ser un obstáculo para la confianza y hoy sale a la luz, que una mentira puede arrojar dudas sobre cien verdades que negaron.

Pero esto de disfrazar la verdad de mentira por un medio de comunicación masivo y hacerlo negando el valor de la verdad delata al poder político que no hay límites cuando de salvar la condena social se trata.