Involucrar a niños que entran y salen —para jugar— de la casa de nuestro responsable editor, es de lo más rastrero que vimos en nuestra historia periodística. Más grave aún si eso está ejercido por un poder político, con maniobras peligrosas y enfermizas que tienen como fin silenciar la prensa libre.

Usan cartas documentos, usan a la policía, sus influencias en el gobierno provincial y la mentira con el fin de silenciar la pluma de este diario que brilla y los encandila, y porque la justicia en Santiago del Estero es verdad no nos pueden callar. 

El gobierno municipal de Monte Quemado cayó en el pozo negro de un vaciamiento de poder y ya no les queda herramientas de sometimiento.  Usan y encolumnan a los pocos seguidores por las redes sociales donde cuentan una historia falsa, cargada de maldad, sin importarles el medio para llegar al fin que persiguen que es evitar las denuncias fundadas en la verdad.

Pero ese no es el problema y es hasta previsible que nieguen y se incomoden, lo grave es cuando desesperado y sin escrúpulos, por salvar su descreído ropaje político y agotado sus herramientas de sometimiento, recurren a los miembros de su familia y hasta sus propios niños, provocándoles un trauma irreparable, usándolos como herramienta de bajezas políticas.

¿Quién les va creer que maltratamos a niños?

Quién les va creer que el responsable editor de este diario es una persona enferma, alguien que está en boca de los niños de su barrio porque van a su casa a jugar con los juguetes que guarda de la niñez de su hijo.  

Es grave el daño cuando usan a los chicos con el fin de querer sensibilizar la opinión pública mintiendo, cuando en realidad hasta los usan para sus maldades. Cuenta la familia del director de este diario que a los chicos lo mandan a comprar juguitos y la mamá se pone con un celular a filmar para ver si alguien que está incumpliendo la cuarentena para luego denunciarlos.

Denuncia

Todo es extraño, el director de este medio reconoció públicamente que nunca tuvo un solo intercambio de palabras con el denunciante, pero si todos saben que esa señora tiene problema con todos, pero nunca fue trascendente en la vida de nadie. Los vecinos interpretan que su problema es de clase social y con antecedentes genéticos conflictivos, pero de ahí a usar niños para involucrarlos, creemos que ubica claramente de qué lado está la enfermedad.

Es más, los vecinos del barrio señalan que hay algo más que una simple filmación. Hay alguien que alquiló la mano de obra del delincuente que estaba filmando los movimientos de la vivienda familiar y lugar donde también funciona la redacción de este diario.

Preocupa al equipo periodístico que en el escenario nunca estuvo quién denunció, por lo que es extraño hacerse cargo de amenazas que nunca estuvieron dirigidas a su persona, pero si analizamos que se trata precisamente del ex secretario de Obras Públicas, hermano de la secretaria de Gobierno Silvia Castillo, hijo del intendente Manuel Osvaldo Castillo, yerno del tesorero de la municipalidad Silvano Espíndola, y cuñado del oficial Gustavo Sosa, que es un apéndice del poder político, nos estamos refiriendo a la familia gobernante y es fácil interpretar qué fin persigue la falsa denuncia a nuestro director. 

Entendemos, y los testigos lo certifican, que nuestro director intercambió insultos y amenazas con el delincuente al que se lo sorprendió infraganti (con la mano en la masa) violando la privacidad de su vivienda, la seguridad de su familia. Además, no olvidemos que ahí funciona la redacción de este diario, lugar donde llegan a denunciar atropellos y abusos del poder político local.

Tenemos derecho a opinar, los que pertenecemos a esta redacción, que en el terreno de las conjeturas el incidente talvez freno el trabajo de un sicario que estuvo preparando a su víctima para llevar a cabo “el encargue”.

Es necesario que la justicia lo identifique y ponga luz a las sombras de su delictivo accionar, pero también es necesario, para seguridad de la familia de nuestro director y de quienes componen este diario, que salga a la luz quiénes y por qué ayudaron a fugar a un delincuente que desde la clandestinidad firmaba una vivienda privada.