Por Tony Villavicencio.- No son pocos los escándalos que sacuden a las redes sociales y muy en especial se convierten en el espacio comunicacional donde muchas veces, mediante la falsa denuncia, se descargan las miserias humanas.

Desde el diario digital El Municipal Web, fuimos circunstanciales testigos, de cuando se usa a las redes sociales para descalificar, acusar con infundadas mentiras y difamar la persona de un funcionario público.

Es necesario para entender las conductas humanas como experiencia propia, recordar que el día 21 de febrero, de paso por la localidad de Santo Domingo departamento Pellegrini, llegamos a las 20.30 o 21 horas a la vivienda del actual comisionado Lázaro Orellana, con quien iniciamos una conversación la que fue interrumpida por la presencia de una mujer que vestía un jean y una blusa de color, a quién se la escuchó pedir ser atendida por el funcionario quien interrumpió la conversación con nosotros, se levantó y salió a atenderla, a cuatro o cinco pasos del lugar donde nos encontrábamos.

Escuchamos claro decir a la mujer que: “había venido a pedirle que le hiciera llegar el agua a su domicilio”, y Orellana le manifiesta que son 800 metros, que él ya había pedido a Recursos Hídricos por la ampliación, que había que esperar, que el organismo que tiene la responsabilidad de la obra la autorice… A la mujer, sin dejarlo terminar la explicación, se la escuchó decir: “Me miente. Usted es un ladrón, no me la quiere hacer... Reitero... ¡Son ladrones! ¡Viven robando!”. No le dio tiempo a que le respondiera, se dio vuelta y se marchó... A ser sinceros nos pareció, todo preparado, nos reconoció que pertenecemos a medios de comunicación y lo decía para que la escucháramos.

Pero claro para nosotros no fue noticia, conocemos el nivel de violencia que reina en estos tiempos. Ni comentamos el episodio y seguimos viaje, empero lo que no podemos dejar pasar por alto son las mentiras que esta mujer escribió en su facebook, de la que nunca supimos ni su nombre, hasta que la vimos en las redes sociales ensuciando el buen nombre, primero de un padre de familia y luego, de un funcionario público, que lo vimos se quedó mudo y paralizado de vergüenza por la sorprendente reacción y los insultos de la mujer.

Porque somos personas de bien y estuvimos en el lugar a tres metros de la conversación entre la mujer y el comisionado, informamos de que nada de lo que relata en su posteo ocurrió. Al contrario, a pesar del insulto el comisionado, con vergüenza trató de disimular con el silencio mientras la mujer se alejaba insultando.

Pero a los pocos días nos sorprendió el comentario de la que creemos es la misma mujer, realizó por el facebook, denunciando un episodio que nosotros no vimos que ocurrió, y a pesar de la mentira desencadenó numerosos comentarios en la red social que se referían a lo que generó una repulsa social y de esta forma, se puede comprobar cuánto daño provoca la mentira cuando el ser humano, como es la conducta de esta mujer, descarga sus bajezas y frustraciones en las redes sociales.

Pero lo cierto es que cada día son más los usuarios que se suman a las redes por ser una herramienta muy útil para comunicarse con el resto, motivo por el cual, el nivel de exigencia y responsabilidad en su utilización debería requerir un mayor control y participación de la justicia para poder evitar comportamientos como el de esta mujer, que excedan del mero mensaje y que trasciendan a menospreciar al otro, denunciando falsedades por las redes sociales.

En concreto estaríamos hablando de lo que sería el delito de injuria, que requiere como elementos: aquellos actos o expresiones que objetivamente deshonren, menosprecien o desprecien a una persona, trasmitiendo falsas denuncias por las redes sociales con la intención de causar un ataque a la dignidad ajena, el propósito de ofender la dignidad personal o de menoscabar el cargo público en el que se desempeña la persona.