Por Tony Villavicencio.- Gustavo Sánchez, todos los que te conocimos, sufrimos por tu partida al reino del Señor. Tengo grabado ese mensaje del día 24 de diciembre del año 2018, cuando comprobé que no era una broma de las tantas que nos gastábamos en ese círculo de amistad sincera, que habíamos logrado construir con Luis.

Amigo tu muerte, tan cruel tan injusta, tan sin valor para una justicia ciega, sorda, muda, la que a un año de tu confusa muerte, no ha encontrado respuestas certeras de las verdaderas causas que provocaron tu inesperada partida de esta vida terrenal. Pasó un año de ocurrido el hecho y la justicia aún, se encuentra empantanada en los misterios más profundos de las miserias humanas.   

¿Por qué tú? ¿Por qué de esta manera tan cobarde te arrebataron la vida, protegidos por la oscuridad, el silencio, sin testigos, sin ninguna queja? Y lo que es más grave, sin haber encontrado en los espíritus de los que administran justicia, una sola voluntad de profundizar y ponerle luz a la oscuridad que reina en la causa.

Gustavo créeme tu muerte aún hoy es la nube que envuelve las mentes, los corazones y el espíritu de los que aspiran justicia. En Nueva Esperanza todos saben que el libreto de la trágica obra policial, esconde en la novela a algo más que un homicida borracho al volante.

Pero quiero hablar de vos, de tu pasaje por este mundo de injusticias. Claro amigo, en la vida terrenal todos conocíamos de tu enorme amor. Amor por tus padres, a quienes cuidabas y adorabas, por tu familia, de los que muchas veces me confiabas que te sentías culpable por no poder compartir y acompañar el crecimiento de tus hijos y no fueron pocas las veces que te he visto esforzarte por ayudarlos.

En tu trabajo a tus compañeros, siempre tratabas de animarlos y ayudarlos en los momentos de dificultad, para que se sintieran parte de lo mejor de tu mundo, aunque a veces, también recibías a cambio injustas cachetadas.

Todos supimos de tu enorme amor con el que ejercías la locución y el periodismo. Te brindabas y te comprometías por el amor al pueblo que te vio nacer, crecer y al que conquistaste informando, formando y entreteniendo con tus programas radiales de cada mañana y te cuento, a un año de tu partida aún tu ausencia a los oyentes de la radio, les duele, te extrañan y a veces hermano hay que morir, para que algunos reconozcan al gran tipo que la sociedad ha perdido con tu partida al reino del Señor.    

Ratón coludo, como te gustaba te llamen tus amigos. Sabes en este momento me viene a la memoria, la canción de Alberto Cortez, “cuando un amigo se va, algo se muere en el alma” y es eso lo que me pasa cada vez que llego y no te encuentro en Nueva Esperanza, es ahí donde asumo que ya no estás en este mundo, herido de injusticias.

Bueno Gustavo a un año de tu partida al reino de los cielos, te cuento el pueblo de Nueva Esperanza te recuerda con cariño, agradecidos por tantas gauchadas que en vida les supiste hacer a la gente. Por todo lo mejor que distes, sin pedir nada a cambio, fuiste en la vida terrenal una gran personita, compañero y fiel amigo de largas y confidentes mateadas, y no tengo dudas que la vida es un tiempo y que nos volveremos a encontrar en algún lugar del reino de Dios.