Por Adolfo Marino Ponti.- Axel Kicillof es la revelación política de estas elecciones. Ganó por abrumadora mayoría en Buenos Aires, la provincia más importante y numerosa del país.

Destronó a María Eugenia Vidal, la piba de oro de la derecha argentina, y dejó un mensaje muy claro de las demandas sociales respecto a sus dirigentes: Humildad, austeridad, sentido público de la política, donde las plazas, las calles, los clubes y otras entidades de las fuerzas vivas remplazan a los búnker. Contacto de piel a piel con el pueblo, sencillez en la vida privada y autos económicos para desplazarse.

Recordemos que Axel hizo casi toda su campaña a bordo de un Renault Clio, con un termo, mate, biscochitos Don Satur, naranjas, pan, salame y quesos caseros que compraba en la ruta.

Se movió como lo hace la gente, siendo uno más. Además de sus notables condiciones académicas, Axel dejó en claro que concibe la política, no como un hecho individual de prestigio y poder, sino como un hecho colectivo y de gestión pública para el bien común.

En este sentido su figura es un modelo a imitar en un momento donde la gente no la está pasando bien. De alguna manera el arquetipo de estos dirigentes es el uruguayo José “Pepe” Mujica, quién a los 86 años, acaba de retornar al senado con la lista más votada. Alberto y Cristina, tendrán en Axel un gobernador que será emblema de la austeridad, la humildad y la gestión transparente, en una provincia devastada.