Por Tony Villavicencio.- Vi la pobreza en los ojos de los niños de Monte Quemado, Taco Pozo y Joaquín V. Gonzalez, tres ciudades de provincias lindantes con Chaco, Santiago y Salta. Busqué los indicadores de la pobreza infantil en Argentina, que advierte que aumentó al 62,5% y hay 8 millones de niños argentinos privados de algún derecho.

En general, la pobreza se define como “un estado de existencia en el cual una persona no tiene cubiertas las necesidades básicas para vivir”. Una persona pobre “carece de lo que necesita”, y un menor pobre es “un niño o niña a quien le falta lo necesario para sobrevivir”.

Pobreza extrema: los ingresos son insuficientes para mantener las necesidades físicas de un individuo.

Pobreza relativa: los ingresos de un individuo son inferiores a los de otros miembros de la comunidad.

Es importante resaltar que la definición económica de pobreza está invariablemente ligada a la riqueza monetaria. Sin embargo, no se le puede definir simplemente en términos materiales, también se debe tomar en cuenta la “habilidad de una persona para utilizar los recursos que tiene”.

Más allá de la dimensión económica, la pobreza afecta a otros derechos fundamentales. La dignidad y la autoestima de una persona también se ven afectadas, y la pobreza impide el ejercicio de las libertades individuales; es una amenaza para la seguridad de la propia existencia (ausencia de ingresos y de acceso a una vivienda, a la atención sanitaria y a la justicia) y socava el desarrollo personal general (intelectual, cultural, familiar y social).

En cuanto a la niñez, la definición de pobreza no debe limitarse a una consideración de recursos financieros insuficientes. De hecho, los niños que sufren la pobreza también se ven privados de sus derechos fundamentales y de sus perspectivas de futuro.

La pobreza le impide a un niño sobrevivir y le dificulta todos los aspectos de su desarrollo, ya sea físico, mental, emocional, cultural, social, familiar o espiritual.

El impacto de la pobreza es tan grande que se podría considerar, sin duda alguna, como la principal causa de la violación de los derechos infantiles.

Según la UCA, la pobreza infantil aumentó al 62,5% y hay 8 millones de niños privados de algún derecho.

El último informe del Observatorio de la Deuda Social, reveló un incremento del 3,1% de la pobreza infantil entre el 2018 y el 2019. La situación empeora en la medición multidimensional, más abarcativa.

La peor parte de la pobreza la pagan los niños

Los niños en los hogares pobres, son los que llevan la peor parte de la pobreza, el haber nacido ya en un entorno de pobreza los condena. “La pobreza engendra pobreza y crea un círculo vicioso”.

El niño vive en la pobreza porque su familia y/o su país la sufren. Históricamente, todas las naciones han tenido que hacerle frente en algún momento al problema de la miseria y hoy, la pobreza extrema afecta a más de mil millones de seres humanos alrededor del mundo y a más del 33% de las familias argentinas. A consecuencia de las políticas económicas instrumentadas por el gobierno del presidente Mauricio Macri y a cuatro años de su gestión, la pobreza va en aumento y el resultado es exacto. Más familias pobres es igual a más niños pobres.

En una familia pobre, la presencia de la pobreza infantil es inevitable, las consecuencias son devastadoras para el niño. Actualmente, la pobreza mata y priva del derecho fundamental a la vida, además lo priva de tener una educación y les impide tener acceso a atención sanitaria, agua potable, alimentación, vivienda, seguridad y protección.

Para respetar los derechos de la infancia, es imprescindible que la pobreza extrema sea erradicada de nuestro país, pero para ello es necesario instrumentar nuevas políticas económicas que cambien en la economía, las reglas del juego que en estos cuatro largos años benefició a unos pocos y empobreció a todos.