Enfrentamientos de barras bravas en Argentina

Por Tony Villavicencio.- Toda acción violenta, y en particular la violencia protagonizada en el ámbito del fútbol, es concebida comúnmente como una señal de irracionalidad, barbarie y salvajismo desde el sentido común hegemónico.

Es necesario destacar que en el marco de los incidentes de los barras bravas de dos clubes sociales y deportivos de la ciudad de Quimilí, el intendente Omar Fantoni, preocupado, pidió frenar esta locura en advertencia de evitar que los incidentes se repitan y no solo provoquen riesgos de la seguridad pública en bienes, sino en la seguridad de la integridad física del vecino, de la policía que trata de calmarlos y poner orden.

En Quimilí con frecuencia, ocurren estos enfrentamientos de barras de dos populares clubes y cuando estos hechos aparecen en los medios de comunicación, sus actores son observados y descriptos como "salvajes", "bárbaros" o como "los inadaptados de siempre” y luego la violencia sin frenos del barra, queda en los pergaminos del club hasta que vuelve a suceder.

Lo que está pidiendo el intendente, es que se debe hacer lo necesario para frenar definitivamente estos episodios de violencia. Los funcionarios públicos encargados de prevenir entienden el fenómeno como el resultado excepcional de la acción de un pequeño grupo de "locos". Este ejercicio de señalar a la violencia y a sus practicantes como elementos anómalos al espectáculo futbolístico, genera una doble representación de la violencia y de sus actores.

Por un lado, individualiza como "violentos" a un pequeño y exclusivo grupo de sujetos, centralizando la mirada sobre una sola manifestación de la violencia y obviando otras. No se puede negar la suspensión de los dos clubes aduciendo que los incidentes ocurren en la vía pública y no dentro de los estadios, cuando el eje de los enfrentamientos es el Club y una pasión dislocada de lo racional.

La violencia no es un término nativo de los miembros de una barra de fútbol. Ellos califican a sus prácticas como "combates" o peleas. Nunca mencionan que participan de "hechos violentos" y siempre el elemento motivo de la violencia es la pasión por el Club y afirman que se enfrentan porque le hacen el aguante al Club.

Es así que "los violentos", identificados externamente de esa manera, conocen la representación estigmatizada que sobre ellos recae y en muchos casos juegan a dar un valor positivo a varias de sus acciones que para una buena parte de la sociedad poseen aspectos negativos.

Las acciones violentas son marcas distintivas externa e internamente: mientras que para unos es señal de irracionalidad y salvajismo, desde una concepción interna son signos de pertenencia grupal, vinculados a un equivocado honor.  Digamos que, se enfrentan por honor y gloria al club que los fanatiza, entonces el club no puede quedar afuera de estos enfrentamientos que hoy en Quimilí hablan de daños, policías heridos y una sociedad temerosa de ser víctimas de los vándalos del fútbol local.

Lo que está pidiendo el intendente, es que se haga todo lo necesario para evitar en el futuro mayores e irreparables consecuencias, porque todas las rutas conducen a las barras bravas de Quimilí, a continuar protagonizando hechos de violencia que ni la sociedad, ni la policía y menos la justicia lo tiene que admitir. Entonces el Orden y la Seguridad pública debe actuar duro con los barras bravas de la ciudad de Quimilí.