Por Tony Villavicencio.- Dediqué una vida a enfrentar con la pluma y la palabra el abuso de poder público, que se traduce en el ejercicio de la autoridad o desempeño de los cargos públicos sin respetar o sujetarse a los límites que imponen la Constitución y la Ley, en perjuicio de intereses generales o particulares, es una conducta impropia que a lo largo de nuestra historia ha sido y es fuente de excesos de poder.

Inequívocamente, el abuso de poder redunda en opresión, dominación, así como en violación sistemática de los derechos fundamentales de las personas, privándolas, incluso, de su libertad, su dignidad, sus posesiones, sus oportunidades y su vida. El abuso de poder si no se lo enfrenta esclaviza a la sociedad, porque la somete al capricho de una autoridad que va camino a convertirse en un déspota.

La figura del abusador aparece en cada una de las etapas de mi carrera periodística y por consiguiente, también se registra una larga lista de insubordinaciones, rebeliones y desacatos contra gobernantes y funcionarios abusadores y para usarlas a favor del bien o del mal, hay una larga lista de injusticias que soporté por defender el derecho de los más débiles. Pero por suerte nunca me pudieron llevar a la cárcel, siempre la verdad triunfó y no hace mucho aquí mismo en Monte Quemado me tiraron una víbora yarará dentro de mi casa y hasta me balearon la luneta del auto. 

La necesidad de proteger y defender los derechos humanos, me dio sus reveses y el autoritarismo no siempre tolera y no son pocas las veces que trató de poner frenos a mi pluma y a mi palabra, y no justamente aplicando la Ley, sino abusando usando de la ley, para disfrazarse de justicieros o te atacan desde la clandestinidad. De las injusticias aprendí que Dios existe y la verdad tarde o temprano triunfa.

De cierto he cuestionado hasta con pasión el abuso de autoridad, porque, como ya advertí, lo considero el origen de todos los males que puede padecer una sociedad y descubrí que el ser humano es proclive a concentrar el poder en torno a generar en sus gobernados; el miedo que lo supone poderoso y el funcionario omnipotente, es el que da origen a la degeneración del ejercicio debido de la autoridad pública.

Por lo tanto, también rechazo cualquier propensión a concentrar el poder y a debilitar el sistema de separación de poderes, porque podemos citar el ejemplo, que donde no funciona el Concejo Deliberante, el intendente se convierte en el amo y el pueblo en un convidado de piedra, y si no hay autonomía de poderes, la democracia no funciona.

Sin embargo, el reconocimiento constitucional de los derechos humanos, así como la sujeción de los funcionarios al imperio de la ley, no ha sido suficiente para erradicar el abuso de autoridad y hoy después de 37 años de democracia, hay pueblos con autoridades que ejercen desde el poder público, excesos, aprovechamientos indebidos, arbitrariedades, injusticias, humillaciones.

Respondiendo a los lectores del diario digital El Municipal Web que me consultan el porqué de mi permanente lucha contra el autoritarismo, pareciera que Dios me eligió en esta profesión y Él me lleva a donde me necesita.