Por Tony Villavicencio.- La educación en la casa, en la escuela, en la calle, en las instituciones y en el ejemplo del Estado. La sociedad toda, debe recuperar la educación como bien universal e individual porque es uno de los valores más nobles e indispensables de la sociedad, en tanto positivamente colabora en la construcción y desarrollo de cada ser humano, permitiéndonos alcanzar a través de las propias capacidades, su desarrollo integral.

En la educación, se produce un intercambio que tiene que asegurar dos procesos, el de enseñar y el de aprender, ambos necesitan coexistir en cada uno, en un ciclo que dura toda la vida.

A través de la educación se transmiten muchas cosas, la cultura, la experiencia, los descubrimientos, el conocimiento que es patrimonio común, los valores morales, la fe y las costumbres. La educación alienta el desarrollo de habilidades, ofrece posibilidades, abre puertas y dignifica.

Si logramos disociar el término educación de la institución educativa únicamente, podemos entenderlo en su dimensión real. Puesto que educan los padres y la familia en general, la escuela, la religión, la sociedad, los medios, el club de deportes al que concurrimos.

Desde el rol que corresponde a cada uno se imparte la educación, con la orientación y características propias.

La educación que se recibe de los padres, está basada en el amor y la protección, y orienta (o debería hacerlo) hacia la integración y autonomía, marcando normas, hábitos culturales y sociales, valores morales, las creencias referidas a la fe, pautas de convivencia y una historia familiar. La educación del hogar desde el amor debe construir el sano desarrollo afectivo, cognitivo, intelectual, espiritual y físico.

La educación que proviene de la escuela cubre básicamente la necesidad de conocimiento y capacitación para interactuar en la sociedad e insertarse en ella, promoviendo siempre la evolución y los cambios consecuentes. Educa en el aspecto cognitivo, moral, ético, a veces religioso y claro también, que en el aspecto afectivo y social, a través del intercambio permanente. Dijo José Manuel Estrada.

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Entre otras teorías, la educación que proviene de la fe atiende claramente al desarrollo moral y espiritual, señalando senderos a través de la historia de la humanidad, atendiendo como principal objetivo al alma que mueve nuestra vida, y su origen, promoviendo los más elevados valores éticos y morales.

Claramente quedan muchos, o todos los demás aspectos nombrados que hoy educan, la sociedad en general, la calle, los medios, los libros, las modas, internet se ha convertido hoy exageradamente en tutor.

No hay dinero que pague la buena educación cuando cada institución cumple mínimamente su rol, cosa que está lejos de ocurrir últimamente, así un valor tan necesario, del que el ser humano es tan digno y soberano como es entonces, que la educación, se encuentre en Monte Quemado dosificado, mezquinado, recortado, humillado y degradado. Parece que no hubiera tiempo para educar.

Detengamos la prisa por un momento, porque tal vuelco es grave. Se hace necesario y urgente, revisar lo que se ofrece y lo que no, lo que se entrega finalmente y lo que se toma como educación.

La educación como valor, es utópicamente invaluable, sin educación no hay valores humanos, no hay moral, no hay derechos ni deberes, no hay libertad, no hay conocimientos ni racionalidad.

Recordemos y restituyamos tal valor a la educación, atendiendo responsablemente a todos los aspectos que hacen al ser humano y sin los cuales se obtienen los resultados de lo que repudiamos y criticamos diariamente.

Últimamente la selva parece tener más equilibrados los códigos y costumbres que nosotros como sociedad supuestamente racional.

Otra vez vuelvo a llenarme de preguntas: ¿Qué pasa en las familias que no llega la primera educación, más todavía, no hay tiempo de demostrar afecto? ¿Qué pasa en la escuela, madre de la formación y educación de los niños, por qué se mezquina tanto el conocimiento como la formación moral y afectiva? ¿Qué pasa con la fe que le hicimos un paso al costado, cuando debería ser nuestra tutora y guía?

¿Qué pasa con las instituciones del Estado, con la Municipalidad de Monte Quemado, que lentamente transformó y generó con su política, actitudes relativas a los antivalores como el abuso, la persecución, la discriminación política, el abandono a los ancianos, creando incertidumbre, malestar e indiferencia?

Se torció el significado de trabajar para dignificar y atender, marcando un rumbo de equilibrio e igualdad, sin repartir a unos pocos, lo que es de todos.

¿Qué sucede básicamente con nosotros o en nosotros, que no acertamos a provocar un cambio? Me resisto a pensar que a veces vamos bajando los brazos.

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Tenemos que cambiar paso a paso, un paso a la vez es seguro. ¿Dónde queda el hombre si no es así? ¿Dónde dejamos a nuestros pares, a nuestros hijos, a Dios mismo, sino construimos un camino más seguro? Hay tanto por hacer, y tanto por mejorar. Tanto que replantearse. Vale la pena el tiempo que tomé en hacerlo; están en juego el presente y el futuro de nuestros hijos y los suyos.

Devolvamos el valor que tiene a la educación, juzguemos, comparemos, y seamos consecuentes al sacar conclusiones. Nadie lo hará por nosotros.

En Monte Quemado sobrevivimos en una sociedad donde las desigualdades son profundas. Esto así no debe continuar, no por nosotros, sino por las generaciones que vienen.