Por Tony Villavicencio.- No debemos maltratar a los mayores, debemos ayudarlos y protegerlos, debemos hacerlo así porque lo indica la condición humana. Debemos hacerlo por amor y los que no lo hagan por amor, que lo hagan aunque sea por egoísmo, porque todos llegaremos a viejos y no es justo que nuestros ancianos estén amenazados de ser desalojados del Centro Integrador Comunitario, destinado para los sectores más vulnerables de la sociedad de Monte Quemado.

Anunciar que los van a desalojar es un mal ejemplo para la sociedad. Hace unos días en la plaza del Bicentenario de Monte Quemado, en una de las esquinas de la cancha donde jugaban los veteranos, al pasar escuché en diálogo donde un joven le decía a otros:

"Tenemos que organizarnos para sacar a estos viejos de la cancha”. Supongo que por las características se estarían refriendo a los veteranos que jugaban en ese espacio público. Yo soy un persona que ya tengo 60 años, voy hacia la categoría de la Tercera Edad, Adulto Mayor o simplemente en la categoría "Viejos" según la terminología que se quiera utilizar, y muchas veces por descalificarme por las redes sociales los fanáticos del Castillismo, me trataron de viejo.

Por mi función, conozco a lo largo de mi profesión, que siempre desde las gestiones hubo acciones y programas en pro de cada una de las franjas etarias de nuestra sociedad y me he dirigido a la sociedad siempre con un mensaje intentando señalar que la prioridad es el ser humano en su integridad independientemente de su edad biológica. Por lo que es extraño que el gobierno municipal de Monte Quemado, quiera tirar por la ventana a los ancianos.

En los últimos tiempos he escuchado y no solo en el campo de la política, sino en diversos órdenes de la vida en sociedad, una cierta descalificación hacia aquellas personas que han roto la barrera de los 60 años. "Ya no sirven ", "ya no son necesarios" y muchos etcéteras. Siempre he dicho que en términos filosóficos podemos definir a la juventud más allá de su edad cronológica o de su estado fisiológico, quizás la podemos definir como "actitud ante la vida", de allí que puedan existir "jóvenes viejos y viejos jóvenes". Fernando Fernán Gómez un escritor y actor español nacido en Perú escribió:

"Los jóvenes tienen una absoluta ignorancia de lo que va a ser de ellos. Los viejos tenemos una firme certeza de lo que fue de nosotros", una frase quizás para la controversia o la discusión. Por su parte el gran guionista y director sueco Ingmar Bergman dijo: "La vejez es como escalar una Gran Montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista es más amplia y serena". Por su parte el portugués José Saramago insiste en que: "La juventud no sabe todo lo que puede, ni los viejos pueden todo lo que saben". Es para mí la búsqueda del equilibrio permanente entre las distintas franjas etarias.

Todas las etapas de la vida son importantes en un ser humano, todos pasaremos generalmente por ellas, a excepción de que nuestras vidas por las circunstancias que fueran, culminen prematuramente. Hoy quiero reivindicar el rol y la importancia de aquellas personas que entran en la tercera edad, que son adultos mayores o simplemente entran en la vejez. NO somos, no son, seres descartables. Hemos aportado, han aportado a la sociedad. Merecen que se genere un ámbito desde el Estado y desde lo privado: políticas y acciones que contribuyan a una mejor calidad de vida hasta llegar los días finales de nuestra existencia. Se deberán ir arbitrando los medios para que se tenga un retiro digno (jubilaciones) cuando llegue el momento, para que no falten medicamentos y se tenga acceso a la salud, para que se generen espacios recreativos y de esparcimiento, que se piense que la educación es contínua y por lo tanto avanzar en la puesta en marcha entre otras cosas de la Universidad de la Tercera Edad en los lugares donde no existan. Que los Hogares de para Adultos y los llamados Geriátricos, no sean lugares donde se amontonan seres humanos, casi como cosas "descartables". Estos deben ser lugares saludables y es de lo que se trata el Centro “Lazos de Amor” de Monte Quemado a cuyos ancianos los quieren tirar por la ventana.

Durante mi paso por el periodismo  me tocó visitar muchos lugares (hogares de ancianos, geriátricos, centros de día, para la tercera edad. Y toda vez que lo hacía la mayoría de los mayores adultos me tomaban de la mano y con mirada implorante me decían "sácame de aquí". Soy consciente de que muchos no puedan cuidar a sus mayores, en la mayoría de los casos por razones de trabajo.

En mi caso personal, vengo de una familia de origen humilde que integramos muchos hermanos. Cuando mi madre enfermó y debió permanecer varios años postrada en una cama hasta el día de su partida final, entre los hermanos llegamos a un acuerdo para cuidarla durante las 24 horas del día cada uno aportando lo que podía. Y así fue. Y cuando llegó el momento, mi madre pudo partir habiendo sido siempre asistida en todo momento. Como seguramente habrá muchos casos similares. Pero hay otros que se desentienden de los ancianos.  

Una monjita conocedora de mis luchas y de mis visitas a los ancianos y discapacitados, para los que pedía una pensión o un mejor pasar por los diarios, me regaló un libro de Carolina Toval: "Los mejores cuentos juveniles de la literatura Universal". De ahí tome un cuento, que repetía en cada encuentro con los adultos mayores en el Centro de Jubilados, que trataré de resumir ahora. El resumen del cuento está destinado a los que se desentienden de los mayores:

“[…] Un hombre de fortuna le donó todos sus bienes hasta su propia casa a su hijo, cuando este contrajo matrimonio y se quedó a vivir con ellos. Al cabo de unos años el matrimonio tuvo un hijo, por lo tanto el donante de sus bienes se transformó en abuelo. Fueron pasando los años y el abuelo iba sufriendo los achaques de la edad. Y por lo tanto se transformaba en un estorbo para el matrimonio. Estos le piden al abuelo que se vaya de la casa. El abuelo les suplicó: "No me echen de la que fue mi casa estoy viejo y enfermo, nadie me querrá, déjenme aunque sea en el establo junto a los caballos". La contestación fue: "Imposible debes irte ya" y el abuelo pidió: “Aunque sea dadme una manta con la que cubren los caballos y me voy". El hijo ordenó al nieto que fuera a buscar una manta al establo para darla al abuelo. El chico de 14 años fue a buscarla, tomó la manta más grande, la cortó por la mitad y se la entregó al abuelo. El abuelo le fue a reclamar a su hijo: "Mira lo que me ha dado mi nieto, la mitad de la manta". El chico es convocado por el padre quien le dice: "¿por qué le has dado la mitad de la manta al abuelo?", a lo que el chico contesta: "la otra mitad la guardo para ustedes (para el Padre y la Madre) PARA CUANDO LLEGUEN A LA EDAD DEL ABUELO Y YO LES PIDA QUE DEBAN ABANDONAR MI CASA". Ante estas palabras del nieto, el hijo resuelve que el abuelo se quede en la casa en la que le promete cuidarlo y compartir todo lo que tiene […]”. Es un cuento pero encierra una Gran enseñanza.

Debemos cuidar a nuestros mayores, no debemos olvidarnos de ellos, espero que lo hagamos por amor y en última instancia aunque sea por egoísmo. Porque todos llegaremos a esta etapa de la vida. Por eso quiero hacer un llamado a la reflexión al intendente Manuel Osvaldo Castillo y a su hija la secretaria de Gobierno Silvia Castillo, rogarle de ocuparnos y preocuparnos por nuestros mayores y que le brindemos el trato fraternal y humano que merecen.

El ser humano es importante en todas las etapas de la vida. Una vez que llegó a este mundo, nos debemos ayudar los unos con los otros. Y cuando más nos necesitan debemos estar al lado el uno del otro.