Por Culimpio.- Culimpio, todas las semanas reunía unas cuantas bolitas, las ponía en su bolsillo y dicen que lo veían ingresar al cementerio de su pueblo, donde hacía un tiempo habían sepultado a su amiguito con quien pasaba horas jugando.

Por desgracia el niño volvía de la escuela de Villa Petocha, recordaban que el burro se asustó y lo tiró contra un árbol, lo golpeó en la cabeza y el niño lamentablemente a los pocos días murió. 

Los deudos del niño que en el campamento del obraje pasaba horas con Culimpio jugando a las bolitas, el día que lo sepultaron junto a la cruz, dejaron en la tumba un tarrito de salsa de tomate lleno de bolitas, de quien en vida, era su dueño y es ese el por qué Culimpio visitaba la tumba de su amiguito.

Cuentan que Culimpio llegaba al cementerio, se paraba frente a la tumba de su amiguito, hacía sonar las bolillas que llevaba en su bolsillo y le preguntaba en vos alta, por cuanto va a ser la parada y él mismo cambiando de voz se respondía: “Te juego por una parada de seis bolitas”.

Culimpio sacaba seis bolillas del tarrito de su amigo y seis bolillas de su bolsillo, las reunía en un pequeño círculo y comenzaba el juego, simulando hasta la discusión de quién tiraría primero y de esa forma, jugaba por él y a la vez él mismo representaba en el juego a su amiguito muerto.

Esto de Culimpio y su amiguito se extendió por mucho tiempo, hasta que un día un deudo de esos que vienen de la capital, trayendo caras y perfumadas flores, llegó al cementerio a visitar a un familiar sepultado al lado de la tumba donde estaba el amiguito de Culimpio, a quién como siempre, sorprendió jugando a las bolitas con el muerto.

Al porteño le pareció mal que Culimpio esté jugando a las bolitas en el cementerio y le dijo: “¿Cóoomo vaas a creer que el muerto va jugar a las bolitas con vos?”.

Culimpio levantó la parada, dejó las bolitas que le correspondían a su amiguito muerto dentro del tarrito que quedó junto a la cruz, metió a las suyas en su bolsillo, y se arrimó junto al desconocido que tapaba la tumba de su muerto con flores y le preguntó:

Señor, señor, ¿usted cree que su muerto va percibir la fragancia de todas las flores que le trajo?”.