Por Tony Villavicencio.- Mientras aumenta la pobreza y el hambre socaba los estómagos de millones de argentinos, la petroleras, aprovechando la libertad que le dio el gobierno del macrismo, no dejan de hacer sus números y en medio del terremoto económico ya están anunciando otro aumento para actualizar impuestos, y la suba del dólar petróleo.

Por estos días, los diarios anticipan los próximos aumentos de comestibles, que se vienen en junio más que por informar, sino descomprimir el mal humor, porque al incrementar las petroleras, el precio de las naftas volverá a modificar la economía, aumentando el costo de vida de un pueblo que está transitando por la cornisa de su paciencia.

Según un informe de Infobae, la actualización de un arancel, la suba tendría una base de al menos 2 por ciento. Las refinerías se justifican señalando que creen que el atraso contra la moneda de EEUU ya llega al 20 por ciento.

Esto nos demuestra a los argentinos de Monte Quemado y de todo el país, que el aumento es constante, al igual que la caída del consumo. Mes a mes, los precios de los combustibles suben por el impacto del dólar, el precio internacional del petróleo y los movimientos de impuestos, como el que se cobra a los combustibles líquidos, que el Gobierno dividió en dos en marzo, para atemperar el alza de naftas y gasoil, pero en definitiva todo recaerá para peor, para la economía de nuestro país.

El efecto en los bolsillos es evidente: se paga por un litro de nafta, en las estaciones de servicio de Santiago del Estero hasta $ 51 entre enero de 2018 y abril de este año, el precio del litro promedio de nafta súper saltó un 85 por ciento. " y  la ambición de las petroleras no tiene techo, sostienen que está atrasado y  anuncian que tienen que seguir subiendo, y lo hacen, admitidos por el cómplice silencio del gobierno, que pareciera que se niega a reconocer que los comestibles son el principal regulador de los precios y por naturaleza, cada suba de las naftas altera la economía y aumenta el costo de vida de los argentinos y entonces son las petroleras y refinadoras las que se convierten en la principal disparadora de la inflación, la que desde enero a abril del 2019, alcanzó en números oficiales 14%, a lo que hay que sumarle el 53% con la que cerró el año 2018 y esto a partir de que el mercado de los combustibles está liberado desde octubre de 2017 y los aumentos se estiman, básicamente, teniendo en cuenta el precio de petróleo Brent y el dólar (también el valor de los biocombustibles).

En un párrafo de una nota de Infobae, cuyo texto transcribimos se lee: “Si bien resta saber cómo se comportarán estas variables este mes, en el mercado afinan el lápiz y destacan que entre enero y abril los combustibles subieron un 8% y que la devaluación un 15 por ciento. Así, en esos meses registran un 6% de atraso contra el dólar. Aunque aún no transcurrió ni un tercio de mayo, ya calculan que la devaluación de este mes podría subir aumentar la brecha otro 14 por ciento. De esa manera, el atraso –según coinciden al menos dos empresas– ya rondaría un 20%, una cifra que esperan recuperar hasta las elecciones”.

Es decir, que con estos números que informan los diarios nacionales, las petroleras, aprovechando la liberación que les dio el gobierno, se han convertido en las dueñas de la lapicera, cuando sin control del Estado, suman y restan y el dólar, que hay que reconocer es el patrón de las economías del mundo, impone el rumbo y administran los programas económicos de los pueblos.

Lo concreto es que desde ya en los diarios nacionales, las petroleras anticipan que están pensando llegar a las elecciones con un muevo aumento del 20% de las naftas, el que recaerá con todo su peso en los millones de hogares, donde la pobreza y la indigencia superó el 36% y los argentinos ya no dan para más y en el marco de este panorama económico-social, el gobierno del presidente Mauricio Macri se lo observa poco interesado en los abusos de estos grupos económicos, que se esconden detrás de las petroleras, de las refinadoras que mueven las economías del mundo, a las que los liberó del control del Estado y hoy son los dueños de la calculadora, con la que suman y restan las economías que empobrece a los argentinos.