Por Tony Villavicencio.- Los índices de siniestralidad vial, las muertes, los traumatizados, los discapacitados y los profundos cambios en la vida de quienes directa o indirectamente han sufrido un accidente de tránsito, encendieron todas las alarmas de los sectores gubernamentales, para poner freno a la pandemia de fines del siglo XX y principios del siglo XXI: La mortalidad vial.

En el marco de esa realidad mundial, no escapa la ciudad de Monte Quemado y esta oportunidad nos vamos a referir a los métodos y la tecnología incorporada para frenar los accidentes de tránsito en las distintas ciudades, donde el semáforo se ha convertido en la principal herramienta que ayuda al ordenamiento vehicular, que si bien tiene relación con la seguridad en la vía pública, pero la inseguridad es siempre el efecto de la ausencia de la educación vial.

Desde una visión particular, observamos de diferentes temáticas, comportamientos y hasta algunos cuestionamientos a muchas de las acciones que se despliegan en la búsqueda de los objetivos trazados, con el propósito de reducir las alarmantes cifras de siniestrados y siniestros viales, que en Monte Quemado no son pocas las víctimas fatales y los heridos, con secuelas físicas graves, resultado de accidentes de tránsito.

Insistimos desde una particular visión, hacer un llamamiento a quienes tienen la responsabilidad delegada por los pueblos para rectificar algunos rumbos en materia de Seguridad Vial; propiciando prácticas educativas transversales que permitan recuperar los valores de la sociedad y favorecer procesos reflexivos, con el sólo objeto de revertir el preocupante presente, donde no se puede confundir seguridad vial con ordenamiento vehicular, y el semáforo no es más que el aporte de la tecnología especifica de un ordenamiento vial que disciplina el tránsito de una ciudad.

Invertir en semáforos en Campo Gallo, Quimilí, Monte Quemado, para ordenar el poco tránsito vehicular, sin antes promover y gastar en educación vial, con el resultado que se conoce, en estos pueblos donde se instaló este tipo de tecnologías que en nada han aportado para frenar los accidentes de tránsito, es caer en el error de todos e insistir con más de lo mismo. Evitando caer en otras consideraciones propias de los tiempos políticos que se viven, de negocios y negociados.

Queda claro que los semáforos han servido para darles un color de modernidad a estos pueblos y que en poco o nada han contribuido a evitar accidentes, que es el resultado de la imprudencia, la negligencia, o la impericia. Conductas humanas que están incorporadas en la conciencia, por efecto de la educación de cada una de las personas que circulan por la vía pública y entonces es cierto, que el semáforo tiene su indiscutible utilidad disciplinaria en las grandes ciudades, nadie lo puede negar.

Testimonios

El ex secretario de la Municipalidad de Campo Gallo, Ricardo Coria, fue claro cuando le consultamos, expresando que “con los semáforos no tuvimos el resultado que esperábamos, los accidentes continuaron sucediendo, si bien es cierto que el semáforo ordena el tránsito, no evita el accidente, eso depende primero de la educación vial”, acotando que “los conductores de las  motos no respetan colores en las tres esquinas donde están instalados los semáforos y es porque no hay educación vial y con semáforo o sin semáforo, los accidentes son resultado por lo general de la imprudencia de alguno de los conductores”, concluyó.

Consultado, el director de Tránsito de la Municipalidad de Quimilí, José Pereyra, con relación a los semáforos en su ciudad, manifestó  que “los progresistas verán como un adelanto a los semáforos de Campo Gallo, Quimilí y ahora  Monte Quemado,  no se discute, que desde las municipalidades algo hay que hacer para frenar la pandemia de los accidentes, pero lamentablemente no hemos obtenido la respuesta esperada, al menos en nuestra ciudad los semáforos sirven para ordenar y descomprimir el tránsito en las horas críticas, pero la imprudencia es el principal motivo de los accidentes, no hay semáforo que frene al que no tiene conciencia a la hora de conducir”, sentenció.

Invertir sin consultar

Hubiera sido necesario que las autoridades pudieran avanzar sobre la problemática que nos cuesta vidas, pero esto de invertir en costosos semáforos sin consultar resultados después de haberse puesto en práctica en numerosos pueblos vecinos, es curioso. Y sorprende la desesperación con la que se realizó la inversión. Sin participación del Concejo Deliberante (en receso), sin el asesoramiento de peritos en la materia que podrían haber aportado ideas para transparentar y darle una utilidad provechosa a la inversión.

Todos los especialistas de la accidentología coinciden que la estrategia más eficaz es invertir en programas de educación vial, porque las leyes que determinan “obligatoriedad” siguen siendo en esta provincia y en este país “letra muerta” y su cumplimiento depende del nivel de educación vial de cada persona que circula por la vía pública e inclusive hay una Ley Nacional que incorporó la educación vial en el nivel primario.

Lo concreto es que los semáforos de Monte Quemado están ahí. Es presencia de la nueva tecnología que prende y apaga luces de colores en calles vacías. Humo de la política y de los negocios que encandilan. Modernidad que seduce, pero a la vez desentona con las prioridades de los vecinos, que sufren los efectos devastadores de un municipio desorientado y sin rumbo.