Por Tony Villavicencio.- Otra vez el misterio amenaza con ocultar, en la ciudad de Quimilí, lo que realmente habría ocurrido con un menor de 12 años, el que presuntamente fue secuestrado por espacio de varias horas y ante la presión de una búsqueda masiva y desesperada de los vecinos habría sido arrojado, atado de pies y manos en un monte cercano a su vivienda.

Los investigadores que llegaron de la ciudad Capital y también los vecinos de Quimilí se encuentran desorientados, por lo que todo comienza y termina en versiones que circulan a voces, como una cascada que se diluye en cada esquina y se pierden en los buracos de las excavaciones sedientas de una imaginación sin límites.

Las grietas no sólo tragan vehículos, sino también las más absurdas conjeturas de las que se nutre una foránea y “especializada” policía en un terreno donde no conoce, como ya ocurrió con el caso Marito Salto. La policía especializada de la ciudad Capital fracasó, condenando a la sociedad de Quimilí a vivir con el sabor amargo de la injusticia, multiplicando en la población la sensación del miedo y la inseguridad.

Algo hay

Detrás del caso, del presunto secuestro sucedido el viernes pasado, “algo hay”. No es posible que un niño engañe, elevando su imaginación en un hecho de esta naturaleza, donde nadie puede omitir ni desconocer que con sólo observar si los nudos de sus ataduras fueron realizados por sí mismo, o por un tercero, ya se puede comprobar de lo que se trata y al respecto existen sencillas técnicas, que es fácil descubrir si fue la travesura u obró la participación de terceros y si realmente el niño estuvo en peligro.

Son numerosas las puntas del ovillo que es necesario conocer para poder opinar con fundamentos y propiedad. Pero lo que está claro es que detrás del hecho, hay un indudable propósito: si es obra de un niño, tiene en su conducta el de trasmitir un mensaje y si es obra de mafiosos, detrás del caso se quiso infundir miedo. El interrogante es a quién ¿A la familia del menor? ¿A la sociedad? Y si realmente fue un secuestro, el por qué y qué fin perseguían sus captores y por qué al niño lo abandonaron cerca de su casa.

Unos opinan que tal vez fue la presión de la búsqueda de los vecinos, que alertados buscan metro a metro, casa por casa en sus respectivos barrios. Cabe aclarar, como no ocurre en ningún otro lugar, en Quimilí, desde lo sucedido con Marito Salto, los vecinos masivamente participan en la búsqueda, cada vez que se conoce que se pierde un niño y fueron los vecinos los que encontraron a Santi. 

Son preguntas sin respuestas, y desde la distancia no es de responsable realizar conjeturas sobre este caso, pero sí por las calles de la ciudad “Capital de la Ganadería Santiagueña”, corren de un extremo a otro de la ciudad los interrogantes.   

¿El caso es demasiado complejo para la imaginación convertida en travesura de un niño? ¿Tendrá una relación con el caso Marito Salto? Con el secuestro, si existió, ¿qué fines perseguían? ¿Será que los van a identificar a los responsables?  Son las preguntas que se realiza la gente, que tiene miedo por sus hijos y se siente insegura.

Lo cierto y concreto es que todo está por investigarse y surgen opiniones bien intencionadas y también de las otras, que se mezclan y embarullan la técnica de cualquier investigador, y aún más cuando los que investigan no conocen el terreno ni a la gente, como vuelve a ocurrir una vez más, cuando a partir del caso Marito Salto, la policía local fue excluida y hasta sospechada en un engorroso manoseo de la investigación, que llevó a la justicia ingresar por un callejón sin salida, donde a dos años de aquel aberrante hecho, aún hoy hay más sombras que luces.

Vivir entre luces y sombras

Desde entonces Quimilí es un pueblo que vive entre luces y sombras, donde todos opinan, pero nadie aporta, para una investigación en manos de una policía que viene de la ciudad Capital, desconocida para el lugareño, que, si es especializada, opera (investiga) en un lugar que no conoce el terreno ni a la gente. Desde nuestra experiencia, habría que recordar que el policía investiga, la que esclarece el hecho es la gente, que hace su invalorable aporte para llegar a la verdad. Porque justicia es eso, verdad plena, no existe justicia con una media verdad.

Una media verdad, en el caso Marito Salto, y el único detenido con pruebas firmes es Rodolfo Sequeira, el que en la primera etapa de la investigación fue detenido por la misma policía de Quimilí, cuyo personal fue apartado y la investigación pasó a ser comandada por los investigadores especializados, enviados desde la Jefatura Central, que podrán ser especialistas, pero no conocen el campo de investigación.

Algunas dudas

En el caso del niño Salto, todo es el fruto de una investigación manoseada, con el resultado de personas privadas de su libertad, desde hace más de un año, con pruebas débiles, sin sustento firme y las sombras de las dudas favorece al “Reo”, colocando a los implicados más cerca de la injusticia que de su real responsabilidad penal y de esto no sólo saben los abogados defensores de los que están privados de su libertad en esta causa, sino la gente de Quimilí, lo percibe, que en la causa Marito Salto hay presos para conformar y no para ser condenados.

El viernes 11 de enero, otra vez el dolor mantiene sumida a una ciudad en una profunda conmoción social. Es el niño Santi, con mejor suerte, y estamos en condiciones de informar que goza de buena salud. La duda con respecto a este último hecho quedará flotando en el aire. ¿Travesura o secuestro?, crece el miedo como espanto, las madres no duermen, corren detrás de sus hijos, no encuentran paz y perciben en la reflexión una respuesta: “Si pasó una vez, y la justicia no fue verdad, es muy posible que vuelva a ocurrir”.