Por Tony Villavicencio.- En el último día del año 2018, tan difícil para todos los argentinos, con el 34% de pobres y sin embargo la vieja guardia de la política sigue apostando a regalar un pan dulce y una sidra, para que olvidemos que seguimos siendo más que pobres sin tener la mínima posibilidad de salir adelante.

Parece que aquella clásica canción "La Navidad de Luis", de León Gieco sigue tan vigente como en el año 1973 cuando lo escribía mirando la pobreza que estaba asechando al país y que hoy sigue creciendo y humillando al pueblo argentino.

Desde los municipios, por estos días, repartiendo un pan dulce y una sidra para festejar las fiestas de fin de año, lo hicieron muchos y también el intendente de la ciudad de Monte Quemado, entregó a empleados municipales y vecinos el bolsín de Navidad y Año Nuevo. Claro, en algunos barrios, salteando las familias que no están identificados con el proyecto político que gobierna. Pero eso es parte de la cultura política que se instaló y predomina en Monte Quemado desde la vuelta misma de la democracia. El que llega al poder se queda con todo y para los que pierden, ni justicia.

Es cierto que la plata que se invirtió en los bolsines es de todos, pero por cultura política a la familia que no acompañó, desde la Secretaría de Gobierno se encargan del insalubre trabajo de ejecutar premios y castigos.

Esto de repartir pan dulces y sidras, para muchos es un buen gesto por parte del gobierno de Manuel Osvaldo Castillo, porque con esta crisis muchas familias no van tener en su mesa un pan dulce y una sidra y menos lo tendrán aquellos que no acompañaron el proyecto político. Pero esto de repartir más pobreza no lo hacen sólo en Monte Quemado, ni desde hace tres años atrás, sino que desde hace más de 20 años que se repite en todos lados.

Si nos ponemos a hacer una analogía de la realidad con el mensaje de la canción de León Gieco, Luis no acepta lo que le ofrecieron, argumentando que la pobreza que tiene no se va ir comiendo pan en el día de Navidad y tomando una sidra en Año Nuevo.

Son numerosos los copeños presionados por su realidad social y económica que se los escucha decir “no queremos una bolsita con sidra y pan dulce, queremos una municipalidad que preste servicios, que sea solidaria, que no discrimine, que atienda a los vecinos sin hacer diferencias políticas, que aspire a revertir esta historia de pobreza promoviendo más y mejor educación, articulando estrategias que invite a que en el pueblo se invierta y se genere fuentes de trabajo. El trabajo es la mejor herramienta para salir de la pobreza, porque es el trabajo la única arma que destruye la indigencia”. Son muchos los vecinos del departamento Copo que son conscientes de lo que se viene.   

Pueden agradecer que el intendente  gaste nuestro dinero en pan dulce y sidra para repartir en algunos sectores, pero otros no vemos que esté bien repartir migajas al pueblo que cada vez está más pobre y que sólo puede aspirar a una bolsita, sino que exigen que desde la municipalidad se acompañe al Gobierno provincial, llevando ideas, proyectos, gestionando obras de infraestructura para poder salir de  la pobreza estructural que sufren los habitantes de la ciudad de Monte Quemado, donde todavía estamos arrinconados por las asimetrías del aislamiento en un tiempo donde la madera, única fuente de ingreso económico se agota y después...

Mi crítica está inspirada en el amor. El pan dulce y la sidra es bueno y saludable, para los miles de hogares que hoy no lo tienen en su mesa. Pero estimamos que las políticas del Estado municipal, provincial y nacional no deben concluir con el pan dulce de la Navidad y la sidra del Año Nuevo. Para el año 2019, la gente espera mucho más de sus gobernantes.