Editorial.- Escuchando, mirando, pensando y analizando, que todo va encontrando su sentido. “Venimos para solucionar el desastre que nos dejaron”, dicen ellos. “Intendente electo por su pueblo”, dicen algunos golpeándose el pecho y buscando camorra.

El asunto es que empezaron a verse los hilos, y el pueblo tiene que saber, porque pareciera que subestiman a todo el mundo.

Veamos, Plaza Bicentenario, armaron columnas con reflectores, poca luz, pero eso no importa, es necesario mostrar la columna, el aparato y que prende, aunque no alumbre. La obra no era prioritaria, quizás, pero se la hace por quien es la familia proveedora que hace negocios personales, sentimentales y obviamente a cambio de favores e influencias.

Negocios de familia Castillo-Díaz empezaron a ver varios y otros ni los mostrarán, serán solamente para justificar el dinero… Así las cosas. El manejo es en la justicia a través de los Díaz, que tiene el teléfono abierto para resolver los “temitas” que le van encargando de la municipalidad y a cambio, las obras, proveeduría de su hermano quien apareció con una empresa constructora y de energía, no sabemos de dónde y que ahora empezó a poner reflectores, vender focos, hasta semáforos, dicen instalará esta supuesta y fantasma empresa. Ahora nace como dirigente de fútbol.

Otra de las mujeres de uno de los Díaz trabaja en el juzgado y empezaron armas, personería y todo eso que hacen los clubes de barrios, para luego bajar viviendas sociales y lucrar con la construcción.

Así, pensando dirían los niños, se va armando la carpa del circo, cuando recién llega al pueblo, pero también es bueno recordar que el principal Díaz fue concejal en la lista oficial de Hazam hace unos años atrás, y no es menos importante recordar que, la hoy administradora de Justicia, también fue candidata a concejal en la lista de “Pocho” Altamiranda, se dice esto para aclarar aún más el panorama de lo que está pasando por estos días, de una familia que siempre quiso estar en el ruido del poder, antes con Hazam, luego con Altamiranda y ahora con Castillo, “menos códigos que Icardi”, diría un futbolero.

Y así seguirán los negociados del poder de gente con ambición desmedida, que se visten de santos, va a la iglesia todos los domingos, tragan ostias y todo lo demás que te puedas imaginar.