Por Tony Villavicencio.- Un referente de la paz y la libertad con su música, Franco Chávez, autor de la sentida zamba en homenaje al asesinato de Marito Salto, ha muerto de la forma que menos merecía: asesinado por una certera puñalada.

Su fallecimiento cargó de congoja a todo el pueblo de Quimilí, que anoche se movilizó pidiendo por la salud de su hermano “Pitu” y clamando por justicia. Anoche, la policía impidió que una multitud indignada incendiara la vivienda donde vivía el asesino.

Las causas del asesinato aún no están informadas por la policía. Son numerosas las versiones, pero la noticia de la muerte del hijo de “Pochi” Chávez corrió por el pueblo como reguero de pólvora y sacó de la cama a todos los quimilienses desde las primeras horas de un domingo normalmente dedicado al descanso.

La triste noticia la dio la radio F.M. Mario Britos y las otras estaciones locales interrumpieron su programación preparada para los festejos del Día de la Madre. Otra vez la muerte de la mano de la violencia sacudía las entrañas de un pueblo.

La Municipalidad de Quimilí, al conocerse la muerte de Franco, suspendió la fiesta en homenaje a las madres y sus habitantes descargaron en principio toda su bronca por las redes sociales, donde se puede leer las cualidades humanas de Franco en palabras profundamente reflexivas y muchos pidieron por la promulgación en el país, de la pena de muerte para los asesinos.

Es que en realidad, los hermanos Chávez, talentosos para la música, eran dos personas que se habían ganado merecidamente el afecto del pueblo, comprometidos con la sociedad, a la que conquistaron cantando y clamando por justicia, pero más por ser de conducta ejemplar. Solidarios, comprometidos y profundamente humanos.

En el caso Marito Salto, participaron no sólo llevando el mensaje del dolor de un pueblo con su música, sino también participaron activamente de las marchas y siempre estuvieron ayudando al prójimo que lo necesitaba.

Franco y “Pitu” eran más que los hijos de un artista, ellos eran los artistas del pueblo, y lo hacían muy bien, con un promisorio futuro en lo que se mostraba en franco ascenso, habiendo comenzado a actuar en eventos de nivel provincial y nacional.

Es por eso la reacción de un pueblo indignado, que no encontraba las palabras adecuadas para calificar el asesinato en contra de alguien a quien se consideraba “muy próximo”. Era común llegar a Quimilí y escucharlo a Franco cantando, hablando en las radios de su música, de sus proyectos y comprometiéndose con las cosas de una sociedad que había sido golpeada duramente con la violación, asesinato y descuartizamiento de un niño. Ellos, los hermanos Chávez, se animaban y llevaban el mensaje de dolor a todas partes.

Desde el salvaje asesinato de Marito Salto y Nancy Pereyra, Quimilí no había sufrido una conmoción como la que ha significado la muerte de Franco, desatando la reacción del vecino, que cegado por la impotencia de las injusticia y transformado en una horda, avanzó hacia el barrio Cooperativas e intentó quemar la vivienda donde moraba el asesino Rubén Alberto Domínguez, alias "Godínez", situación que fue controlada profesionalmente por una policía, que se estima de aquí en más, va a tener mucho trabajo para contener a un pueblo que está asfixiado, porque en la justicia de los hombres no encuentra freno a la violencia.

Sus restos serán velados en el Anfiteatro Municipal. Se estima que para el mediodía de hoy se le practique la debida autopsia en la Morgue Judicial de la ciudad Capital.