Por Tony Villavicencio.- Yo no mido por lo bien que puedo estar, sino por los otros. Por esos que volvieron al bracero, porque no tienen para el gas; por los que volvieron al mechero, porque no les alcanza para la luz; por que viven de planes que es la limosna estatal, y son bastardeados porque no tienen trabajo.

Las víctimas de este gobierno, no sobreviven a la vuelta del obelisco, ni en los paisajes turísticos del sur, no están a la vuelta de la plaza Libertad de Santiago del Estero, sino sobreviven arrinconados en las periferias de los barrios pobres del país.

En Santiago del Estero, los vas a encontrar en las periferias de la ciudad Capital, en Monte Quemado, Quimilí, Suncho Corral, Campo Gallo, Nueva Esperanza, Añatuya, Los Juríes, Bandera, Los Telares, Loreto y otros pueblos del interior profundo, donde hay miles de familias que, viviendo en medio de los trigales, les falta el pan, porque unos pocos se quedaron con la harina de todos.

He visto a familias confinadas en medio del monte santiagueño, donde el ostracismo se apoderó hasta de sus almas. En Urutaú, El Caburé, Los Tigres, ancianos y niños con los ojos hundidos, hambrientos y desnutridos. ¿Tendrán idea los empresarios del barrio Norte que nos gobiernan, cómo sobreviven a la crisis los millones de argentinos expulsados a la pobreza, que ellos mismos la provocaron?

En realidad, ya son pocos los que viven bien, se alimentan bien, el que tiene trabajo, aire acondicionado, internet, computadora y por las tardes, sale a caminar con el perrito en la plaza de su barrio. Digamos eso está ordenado para muy pocos ciudadanos argentinos, digo, vivir como cualquier nene de la Capital Federal… Aaah, y el presidente de ellos es el mío, pintón, de ojos azules, nacido en el barrio Norte de la Ciudad de Buenos Aires, la 5ta ciudad del planeta, criado sin resentimientos, en la abundancia, empresario y con amigos por todo el mundo.

Pero, los que eligieron a este gobierno: porteños y cordobeses, se olvidaron que en Argentina somos todos argentinos, amamos a nuestra patria y aspiramos un país donde, en la zona geográfica en la que vivan, se pueda trabajar, sentarse a la mesa, alimentar a su familia, vestir y hacer estudiar a sus hijos con dignidad, sin importar credo, ideales y condiciones. Es eso, nada más, lo que exigimos de nuestros presidentes. Trabajo, pan y libertad.

Un país donde los ciudadanos gocen de un mismo derecho, perteneciendo a un estado que otorgué a todos las mismas oportunidades, de esa manera estaremos viviendo en la argentina de todos y para todos, de lo contrario estaremos, como hoy. Sobreviven 12 millones de argentinos, empujados por un genocida plan económico, por un gobierno de y para los ricos, donde los pobres luchan a brazo partido por no caer en la indigencia.