De tanto en tanto (aunque cada vez más seguido) la escena política argentina expone algunos desconciertos propios de algún guion de película.

Tal vez por eso el título de esta columna, que hoy me ocupa, tiene un cruce sonoro que intenta ser paródico con la reconocida obra "El flautista de Hamelin", donde el protagonista era un particular músico que a través de la interpretación de su instrumento podía acabar con las plagas de un reino. En esta ocasión dicho cuento se mezcla, en mi opinión personal, con la genial obra de Tim Burton, “El extraño mundo de Jack”, en la que el protagonista, a todas luces un antihéroe, se roba la Navidad, secuestrando a Santa Claus para tomar su lugar en la fundamental tarea de repartir juguetes en Nochebuena, bajo el nombre de San Atroz.

Cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia.

En la reconocida cinta, San Atroz reparte en el mundo real unos juguetes terroríficos propios del universo en que él habita. Con la lógica consecuencia de que de pronto el mundo despierta en una especie de pesadilla. Luego la película enfila hacia su genial desenlace y de alguna manera todo toma un cauce de conclusión. 

Del mismo modo surgió la figura de Milei en la pantalla política de nuestro país. Un antihéroe que a puro grito, amenaza y con un fundamental vacío de argumentos, logro captar la atención de un electorado que en esta instancia debe tener en cuenta algunos puntos. 

Nadie puede censurar la elección de ningún individuo, mucho menos cuando se trata de un estado democrático y se ajuste a los estamentos de la ley, pero no se deben pasar por alto algunos detalles, para nada menores a la hora de decidir en conjunto el futuro del país. 

Para poder desandar este argumento que expone, desde el punto de vista propio, la insolvencia de las propuestas del candidato libertario, podemos referirnos a una de las patas fundamentales de la construcción de un país como lo es la educación. En este aspecto Javier Milei propone, y promete llevar a cabo, el cierre del Ministerio de Educación y repartir su presupuesto que fue de unos $915 mil millones para 2023 (por ejemplo), entre los 13 millones de estudiantes que tiene el país. Haciendo un cálculo rápido se puede afirmar que cada alumno recibiría al año $70.385, que representan al mes $5.865. 

Con este ínfimo presupuesto de casi seis mil pesos, el alumno debería pagar su parte del salario de sus docentes. Aunque sus gastos serían mucho mayores ya que deberá también hacerse cargo de la luz y el gas de la escuela, y de los arreglos necesarios en la infraestructura si es que los hubiera.

El giro fue otorgado a pesar de que "los principales objetivos del programa no se alcanzaron, como consecuencia de la sequía sin precedentes y desviaciones de las políticas", según señaló en aquella oportunidad el FMI a través de un comunicado de prensa. El Fondo aclaró que hubo un cambio en las metas y medidas estipuladas inicialmente en el programa, y que "en un contexto de elevada inflación y crecientes presiones sobre la balanza de pago, se acordó un nuevo paquete de medidas centrado en fortalecer las reservas y reforzar el orden fiscal".