Por Tony Villavicencio | Los medios de comunicación, al servicio exclusivo del poder político, condiciona y controla la libertad de expresión por la pauta publicitaria y contribuyen al pueblo a vivir  en una democracia que no tolera el disenso, que no es deliberativo y  que  excluye al que piensa distinto.

Ayer, en conversación con el licenciado en Ciencias de la Comunicación Carlos Varela Ruiz, crítico de nuestros medios de comunicación coincidí que es necesario en Monte Quemado y en el país, plantearnos cuál es el   rol que debieran ocupar los medios de comunicación para reforzar la construcción de las democracias de un país con profundas desigualdades sociales.

 En la oportunidad tuvo algunos elogios sobre nuestro diario, en especial sobre las notas de opinión, que nos enorgullece, pero me quedó rondando la idea cuando me pidió que escribiera sobre el protagonismo de los medios nacionales en la sociedad argentina.

Siempre lo dije, los medios nacionales han instalado en su línea editorial una suerte de militancia política definida. Los de derecha versus los de centro. La derecha con sus criticas instaló el odio al extremo de atentar contra la vida de una Vice Presidenta y me di cuenta que usando al periodismo, los medios estafaron la fe pública y la oligarquía de la CABA, corrompió a la Suprema Corte de Justicia y entonces ¿Es el periodismo el que nos desinforma o son los medios de comunicación los que nos engañan?  

En la democracia argentina, la libertad de prensa es utopía, la que se impone es la libertad de empresa, donde el empresario ejerce la manipulación informativa conformado una subjetividad que entiende la realidad de acuerdo al discurso dominante del periodismo.

 De ejemplo y salvando distancias,  podemos citar a los copeños, que si nos guiamos por las redes sociales,  pareciera que hay una intensa actividad en el municipio,  con repetidas fotos del intendente de actos y de reunión en reunión, pero en la ciudad nada cambió, todo sigue de igual a peor y  eso se da de forma indirecta y encubierta, es una forma que el  poder político, mediante las redes sociales, encuentra para influir sobre el imaginario de la sociedad generando una sensación falsa que para nada contribuye a mejorar la calidad de vida de los  vecinos.

Los medios locales tienen derecho y es justo recibir la paga de la pauta publicitaria para que los gobiernos difundan los actos institucionales, empero eso no significa que el poder político enjaule la libertad de prensa.  No deberíamos imitar a los grandes medios de comunicación que tratan de hacernos llegar informaciones orientadas en una dirección determinada, sesgadas o simplemente manipuladas y lo que es peor, excluidas de ser informadas.  

No nos debería sorprender, por tanto, que incluso en un contexto en el que el concepto de verdad ha ido perdiendo peso progresivamente, los contenidos que emiten los grandes medios se presentan ante la opinión pública como imparciales y aun como objetivos. Aquellas instancias que ejercen la dominación en sus distintas formas, empezando por el Estado y siguiendo por el poder financiero, han reclamado desde siempre el monopolio en el uso de la fuerza. Pero también en el campo de la información.

Esto explica que lo que se emite a través de los grandes medios siga teniendo una capacidad de influencia muy elevada. La capacidad para imponer qué es lo verdadero e incluso qué discursos pueden hacerse un hueco en la sociedad y cuáles carecen por completo de sentido, sigue en la actualidad en manos de una minoría con el poder suficiente para determinar y legitimar ante la población lo falso.

El monstruo que nos habita

En todo caso, los grandes medios no solo actúan monopolizando el espacio informativo y ocupando los principales lugares en los que se desarrollan nuestras relaciones sociales. Necesitan, además, influir sobre la población de una manera más intensiva, constituyendo un conjunto de discursos que una parte importante de la sociedad acabará aceptando y defendiendo como si fuera propio.

 La salvaje represión en Jujuy

Un buen ejemplo lo encontramos en las imágenes de la salvaje represión policial que se produjo en la provincia de Jujuy, en mayor o menor medida, reprodujeron la mayor parte de las grandes cadenas informativas.  Permitieron mostrar a policías y guardias civiles fuertemente armados tratando a personas indefensas de forma extremadamente violenta.

Los medios del grupo Clarín no solo negaron, lo que todos los argentinos vieron por el canal C5N. Es más canal 13 y TN, apagaron las cámaras y desde la perspectiva del análisis fue una muestra de la parcialidad con la que informan.

 El Gobernador   Gerardo Morales, contó con todo el sistema capitalista para así completar uno de sus principales objetivos, de negar y manipular la información mediante los medios aliados del Neoliberalismo que lo presentan en la Capital Federal como si fuera un progresista, cuando en realidad en Jujuy es un dictador. Reformó la carta magna de la provincia a su medida y a espalda del pueblo que salió a protestar sufriendo una de la más salvaje represiones que se recuerden en la vida democrática de los argentinos.