En el último mes del segundo año de pandemia, y cuando hubo momentos que todo se paralizó, el campo siguió trabajando, sembrando, cosechando, alimentando ganado, produciendo carbón vegetal y también muebles de madera, con una producción de miel y de frutas y hortalizas como también de huevos para consumo, de manera extraordinaria.

Cuando todo se paralizó, el sector productivo siguió trabajando, tal vez mostrando lo que es capaz de hacer, y obviamente, marcando un toque de atención a los sectores que tienen poder de decisión, en el sentido que deben darle mayor apoyo y facilitarle las cosas al aparato productivo primario.
"La actividad frutihortícola es una de las más movilizadoras de mano de obra a lo largo de toda la cadena: desde la producción hasta la venta al consumidor final", dice los ingenieros del INTA que procuran e incitan a cultivar en la región.
Recalcular la actividad
En cuestiones del campo, es necesario definir situaciones para resolver viejas cuestiones e interrogantes acerca de qué hacer con segmentos pequeños de producción.
El rol que ocupan los pequeños productores debería ser abordado con carácter resolutivo, para no seguir pedaleando en una bicicleta con ruedas pinchadas y que de no tomarse una decisión, saltará la cadena.
Hay productores que siembran hasta 100 hectáreas de algodón. Otros lo hacen 50 y hasta en una superficie de 20 hectáreas; 5 hectáreas; y se sabe, que en estos últimos segmento de pequeños productores chacareros, no puede seguir implantando un cultivo tan caro del algodón por cuanto los costos de implante, más lo costoso de las fumigaciones contra plagas como las del picudo son inalcanzables.
Los denominados productores" chicos", han quedado fuera de lo que es una agricultura con incorporación tecnológica. Por lo tanto no pueden producir más ni mejor. Esa alternativa, por diferentes motivos, no ha sido utilizada y han pagado caro por ello: han involucionado.
Darles herramientas
¿Es necesario seguir dándoles herramientas para que este segmento de pequeños productores pueda seguir desarrollándose y no solo obtener el alimento diario sin poder avanzar ?... Hay que aplaudir al INTA en este sentido, porque viene trabajando en programas y se han logrado incluir a un movimiento social en la producción hortícola, con muy buenos resultados en el Chaco. Veremos si en Santiago alcanzan el mismo éxito.