A través de las redes sociales circulan muchas historias que conmueven el corazón y se viralizan como reguero de pólvora, una de ellas es la de un empresario, queriendo que su hijo supiera lo que es “ser pobre”, lo llevó para que pasara un par de días en la montaña con una familia campesina.

Luego de pasar tres noches y dos días en la modesta vivienda, el progenitor quiso inculcare una enseñanza a su vástago. Sin embargo, sucedió lo impensado. Aquí el diálogo entre ambos.

-Hijo, ¿qué te pareció la experiencia?

-Buena - contestó el hijo con la mirada puesta en la distancia.

- Y... ¿qué aprendiste?, insistió el padre.

El hijo contestó:

  1. Que nosotros tenemos un perro y ellos tienen cuatro.
  2. Nosotros tenemos un jacuzzi y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina, donde hay pececitos.
  3. Que nosotros tenemos reflectores para alumbrar nuestro jardín, mientras que ellos se alumbran con las estrellas y la luna.
  4. Nuestro patio llega hasta la cerca y el de ellos llega al horizonte.
  5. Que nosotros compramos nuestra comida, ellos siembran y cosechan la de ellos.
  6. Nosotros oímos CD's, ellos escuchan una perpetua sinfonía de golondrinas, ranas, ovejas y otros animalitos.
  7. Nosotros cocinamos en hornos microondas, ellos, todo lo que comen tiene ese sabor del fogón de leña.
  8. Para protegernos, nosotros vivimos rodeados por un muro, con alarmas, ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos.
  9. Nosotros vivimos conectados al smartphone, Facebook, televisor, ellos, en cambio, están “conectados” a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del monte, a los animales, a sus siembras, a su familia.

El padre quedó impactado por la profundidad de su hijo, y entonces el hijo terminó:

- Gracias papá, por haberme enseñado lo pobres que somos nosotros y lo ricos que son ellos.