La resiliencia, según diferentes definiciones, es la capacidad que desarrollan las personas para adaptarse o sobreponerse, luego de experimentar una situación adversa o inesperada.

Una situación adversa o una tragedia, si se quiere, sería, entre otras cosas,  sufrir un accidente doméstico y tener como saldo graves heridas de quemadura, la resiliencia surgirá en cómo las personas enfrentan esa nueva condición para salir adelante.

Esta es la historia de Carolina Esther Zerda, de la ciudad de Quimilí, en el departamento Moreno de la provincia de Santiago del Estero, quien en el mes de noviembre del año 2022, sufrió un accidente doméstico, cuyas secuelas fueron graves heridas de quemaduras, provocadas por el impacto del aceite hervido en su cuerpo.

“La Caro Zerda” como la conocen todos, tiene 44 años de edad. Reside en el barrio San Antonio de la ciudad de Quimili, uno de los sectores que se atraviesa antes del ingreso a la urbe, desde la rotonda. Llegar a su casa no es nada difícil, pues el dato lo da un cartel grande que reza: “Bienvenidos a la Finca de Carito Zerda”. Al ingreso se observa un patio enorme por donde circulan las gallinas que cría, de las que obtiene  huevos que luego comercializa, lo cual representa un ingreso más a su economía, de la misma manera que vende queso, quesillo, tortillas y chanfaina. Su hogar es una vivienda acogedora, llena de recuerdos y fotografías de sus seres queridos, no es grande en lo fisíco, sino en lo emotivo de su decoración. Colindante con su patio viven sus hermanos y sus padres, con quienes comparte la cría de otros animales de granja, también para la venta.  A los 25 años de edad, fue diagnosticada con epilepsia, condición con la que tuvo que acostumbrarse a convivir para seguir adelante, y sobreponerse con rapidez, para enfrentar lo que venía; por ese diagnóstico toma una medicación, que es de por vida, y percibe una pensión por discapacidad. “Con esa vida peleada”, como dice ella, y una economía  de subsistencia, Carolina Zerda crió a sus tres hijos, hoy jóvenes, dos varones y la mayor, una mujer,  la cual recibió tratamiento médico desde pequeña. Durante varios años Carolina viajó regularmente a Buenos Aires, llevando a su hija para controles y terapias que mejoren el desarrollo de su hija, con el plus de haber sido abandonadas por el padre de la niña a los pocos meses de haber nacido. Así, dentro de sus posibilidades, sus valores y sus ideas la Caro siempre sale adelante, con el apoyo de su familia y algunos amigos que le dan vueltas. Solidaria y empática, es de las mujeres que se movilizan, las que gestionan y caminan, “mujer de militancia desde los 14 años”,  como ella se define, “fiel al Doctor Mustafá, aunque ya no esté en este mundo”. Es desde esa militancia acérrima, indiscutible y comprometida, que también se conoce a la “Caro Zerda”.  En un momento del intercambio se le consultó acerca de  su educación, porque si algo llama la atención a un buen observador, es su lenguaje coloquial, en algunos casos con cierta impronta personal, a lo que ella respondió: “He hecho hasta el séptimo grado nomás”. Claro que su vida no ha sido siempre color de rosas ni cargada de romanticismos,  sobre todo en una sociedad compleja, como es el caso de Quimili. Hoy,  a sus 44 años de edad, atraviesa quizás, uno de los mayores desafíos que la vida le deparó.

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La tragedia y la resiliencia

El sábado 12 de Noviembre del 2022, en horas de la noche, Carolina Zerda se encontraba sola, en la cocina de su casa, fritando pasteles. Según comenta, venía de atravesar días de nerviosismo y hacía mucho tiempo que no sufría los ataques de epilepsia; sin embargo, esa noche - hasta el dia de hoy no recuerda cómo sucedió- se despertó en el piso, sintiéndose ardida y siendo arrastrada a los tirones, por los dientes de uno de sus canes que intentaba sacarla por la puerta de entrada de su casa. Así, sin pensarlo, Carolina se levantó del piso y fue rápidamente por agua, en un acto tanto instintivo como inconsciente, “sentía que el cuerpo me hervía, quería calmar el fuego que sentía”, fueron las palabras que brindó a este medio cuando fue consultada por aquella situación. “Ahí, mientras me echaba agua, pedía auxilio a mis familiares que viven cerca. Los perros ladraban y yo gritaba de dolor”. Hizo una pausa y retomó el relato “Sentí mucha desesperación. Tenía el cuerpo en carne viva”.  Lo que sucedió aquella fatídica noche fue producto de un ataque de epilepsia, perdió la razón por un instante y el recipiente con el que cocinaba, roció su cuerpo con aceite hervido. Es así que resultó con graves heridas de quemaduras en brazos, espalda y piernas. Este lamentable accidente doméstico mantuvo a la mujer durante algunas semanas en terapia intensiva y dos meses en sala común bajo curación de heridas. La comunidad de Quimilí ante la noticia se vio consternada y muchos no dudaron en hacer llegar su preocupación y su colaboración a la hora de afrontar los gastos; por su parte, su familia, en especial su hija, acostumbrada a afrontar la vida como viene, organizó rifas y loterías a fin de recaudar fondos, mientras Carolina se recuperaba. Regresó a su casa, efectivamente, después de estar internada dos meses “peleándole a la vida con las quemaduras”, como ella define aquel tiempo, en un nosocomio en la ciudad de La Banda y desde que regresó a su hogar comenzó con los beneficios para costear el tratamiento médico que le fuera impuesto a raíz de las heridas sufridas, ya que requirió de terapias kinesiológicas y  está cercana la fecha de cirugía plástica de reconstrucción, en el brazo izquierdo, dado que es la zona más afectada.

Con ese ímpetu de supervivencia que siempre la ha caracterizado y a pesar de estar atravesando una situación difícil, organiza loterías, vende tortillas, cabritos, queso y quesillo para reunir el dinero que necesita. Amén de eso, y para no perder su esencia, se hizo eco, una vez más, del pedido de sus vecinos y el día 11 de mayo del año en curso, llevó al concejo deliberante de la ciudad de Quimilí dos petitorios, uno para que reintegren  a una conocida médica de la ciudad en los consultorios del Centro Integrador Comunitario y otro solicitando el alumbrado público para el sector de barrios San Antonio y San Francisco, ambos acompañados de doscientas firmas. Cabe destacar que el año pasado, Carolina Zerda anhelaba ser candidata a concejal de su partido en la ciudad de Quimilí, pero no tuvo esa oportunidad, aún así, y con toda su realidad a cuestas, la resiliencia es quizás su mejor definición, su fuerte está en el “hacer algo” y esa impulsividad que la conduce a perseguir sus propósitos. Quizás no haya sido la candidata que algunos deseaban, no porque ella tenga limitaciones, sino porque los ojos con que se juzga, son los ojos con los que se miran a sí mismos. Alguien que pide ayuda, es alguien que se reconoce vulnerable y en el fondo, todas las personas, en algún momento son vulnerables, el desafío será siempre, cómo se afronta esa vulnerabilidad. Caro, es de las que pide ayuda y vale la pena el desafío de acompañarla, escucharla y aprender de su resiliencia.