Por estas horas recorre los barrios de Quimilí Pedro Santucho, un joven padre tucumano de 25 años, que heredó de sus hermanos mayores el oficio de afilador, ancestral actividad que, según la historia, se inicia a principios del siglo XVII.

Aún en la era de la tecnología en la que los elementos de corte ya son casi descartables, los clientes cada vez son menos.

De todas maneras Pedro recorre los pueblos con su profesión de afilar cuchillos, tijeras y tijerones, decisión que tomó a partir del nacimiento de su hijo Isaías.

En unas pocas palabras y mientras afilaba tijeras, Pedro se mostró como un honesto trabajador, quien estará un tiempo más en Quimilí. Será fácil de reconocer su presencia por el sonido de una pequeña flauta de pan, que al ser soplada produce un particular sonido de notas graves y agudas, al que sigue el típico grito "¡el afilador!".

 

Fuente: El Liberal