En la municipalidad de Campo Gallo las cosas siguen mal, ya son cinco los funcionarios a los que “renunciaron”, y pareciera que lo que tiene principio no tiene fin cuando, en nombre de la pandemia, la Dirección de Bromatología y Rentas decomisan lechones y cabritos.

El primer funcionario que se tuvo que ir por la claraboya de Wáter Clob, fue el  locutor hot, Pascual Ponce quien en cada vacante de cargos ejecutivos se auto propone, sueña con su regreso a la función pública, pero la condena social que pesa sobre su persona lo ahuyenta de toda posibilidad de ocupar alguna cartera del municipio. Además, el jefe le habría recordado, en voz alta, que no aguantaría el tirón de orejas del gobierno central ni pagar los costos políticos que la designación del personaje implicaría.

El segundo en renunciar fue el director de Catastro, Espeche. Se fue entre luces y sombras, en lo que habría sido las adjudicaciones de los terrenos públicos de Campo Gallo.

Luego le llegó el turno al director de Deportes, el profesor Ruiz; quien sin pena ni gloria renunció al cargo municipal lamentándose que fue engañado, y comentó a sus allegados que después de pedir licencia sin goce de sueldo de la Educación, le quisieron reconocer en la municipalidad con un sueldo equiparado a un plan ocupacional.

Algunos recuerdan que cuando el profe fue a cobrar a fin de mes comprobó, en las planillas de sueldos, que no le habrían cumplió con lo prometido y todos cuentan que dio un portazo que hizo temblar la casona amarilla de Donadeu.

Como si todo esto fuera poco, en plena cuarentena la municipalidad se quedó sin otros dos de sus directores por incumplir con la medida restrictiva. Pidieron la renuncia al director de personal, Víctor Nuñes y también al de tránsito, Julio Salazar.

La separación del cargo político estaría vinculada con la pandemia del Coronavirus, y los cargos que se les indilga a estos dos directores es el incumplimiento de la cuarentena. Los funcionarios se fueron de cacería y no les fue bien con la fauna y volvieron con unos kilos de carne vacuna. Que según trascendió les habrían regalado. 

Cabe destacar que Núñez y Salazar son, a la vez, empleados municipales, de planta permanente y que en la actual gestión fueron nombrados en los cargos ejecutivos. Según trascendió, con la promesa de que sobre sus magros sueldos de categorías bajas les pagarían un plus de 10.000 que nunca se cumplió.

Los municipales dejaron trascender que en estos últimos meses no les pagaron el plus y que la situación económica es difícil en sus hogares, motivo por el cual tuvieron que salir a cazar rompiendo la cuarentena. Lo cierto es que les quitaron la corbata de funcionario y les devolvieron el mameluco de obreros de categoría 15, y el Ejecutivo no demoró en designar a los nuevos directores Matías Geréz, en Personal; y Héctor Marrón en Tránsito.

Control sanitario a lechones y cabritos

Es de no creer, pero hay fuertes versiones, que desde la Dirección de Bromatología de la municipalidad  de Campo Gallo, a cargo de Yhoel  Chavez; y del director de Rentas,  Santillán han implementado un operativo sanitario del que cuentan, hasta con humor, no se salva del termómetro ni cabritos ni lechones.

Esta historia está relacionada con la población rural que sobrevive de su producción y viene hacia la ciudad, trasladando cabritos, cerdos, para comercializarlos o los intercambian por mercaderías para sobrevivir.

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Foto ilustrativa

Hay quienes aseguran que en los controles de la pandemia en los accesos,  personal de Bromatología y  de la dirección de Rentas de la municipalidad los decomisan.

Desde este medio no cuestionamos si es legal o no, porque no conocemos y es necesario que las autoridades municipales informen al respecto para establecer si el decomiso de estos animales responde a la aplicación de leyes de forma o de fondo.

Entendemos que lo legal no siempre es ético, pero dejar caer hasta estos niveles la insensibilidad exige una revisión de la legalidad, que se instrumenta para dejar en una emergencia sanitaria sin el recurso de supervivencia a los pequeños productores.

Una pequeña productora, al ver que en el control de los accesos de Bromatología y Rentas le decomisaron los lechones de su producción, con inocencia nos envió un WhatsApp señalando: “Será que nos quitan los lechones y los cabritos porque presentan síntomas del coronavirus y no nos quien avisar para no asustarnos”.