Por Tony Villavicencio. Lo que nunca se pudo imaginar es la exacerbada vocación de vigilancia ciudadana que legítima la violencia institucional con esta forma de control social y disciplina que impone la municipalidad de Monte Quemado.

Lo hace mediante un grupo policial comandado por un efectivo familiar del intendente, que a espaldas de la fuerza, activó tres tipos de protocolos totalmente diferentes entre sí.

Este minúsculo grupo comandado por el oficial de la camioneta blanca, sin identificación, perteneciente al municipio y con apoyo del intendente se ha convertido en terror de los vecinos, cuando frente al pudiente que viola la cuarentena y pasea por las calles del pueblo en camioneta 4x4 o en un auto último modelo manipulando una tabla de surf: a ese, lo escoltan amablemente hasta su casa y en el mejor de los casos le cobran la multa.

El que está  identificado con el partido del intendente, si es sorprendido en la vía pública, hay tolerancia, comprensión. Siempre hay una razón justificada que lo obliga a violar la cuarentena.

En cambio, si se trata de un  humilde que está en la vereda de su casa en los barrio pobres como El Triángulo o Villa Nueva, sin  preguntarle lo empujan, se meten en su casa, le pegan, lo sacan del medio a empujones (padres, hijos, abuelo), lo tiran boca abajo, lo esposan, lo alzan como a un chancho y lo tiran en la caja del móvil policial. (Hay videos de lo ocurrido en el barrio villa nueva).

A las arbitrariedades, hay que sumarle los privilegios de los familiares, partidarios y amigos del poder político, que reciben tolerancia comprensión y concesiones, porque en realidad no a todos se los mide con la misma vara y eso genera desorden e indignación en la gente, gente que cuando salen en busca del pan son amenazadas y detenidas por la policía. 

Para todo esto, las medidas que decretaron en Monte Quemado no son higienistas, el poder político que encabeza el comité de emergencia y su principal aliado un sector de la  policía –no todos-, pareciera que interpretaron que para evitar la expansión del virus  hay que  reprimir a los que desesperados que salen a buscar el pan del día a día y son estos, los que estuvieron privados de la libertad.

También están los vecinos que se vieron afectados por el secuestro de sus motos, vehículo fundamental para ir a trabajar. Medida que tiene como único objetivo recaudar. No les piden ni siquiera los papeles o si usa casco. 

La multas van de hasta 3000 pesos. Ya no se trata de controles viculados a la cuarentena en si, sino de llenarse los bolsillos. 

 Jóvenes fiesteros

También es cierto, y no lo vamos a dejar de señalar, que hay jóvenes que no le temen a la muerte y organizan y/o participan de fiestas. Es ahí donde el obrar de la autoridad policial no tiene que tener  tolerancia, empero siempre cumpliendo con las normas básicas  del código de procedimiento –autorización de juez o fiscal- ingresar a la vivienda a aprender o desalojar.

Hay que contarlo   

En esta ciudad, la policía te lleva detenido, esposado, golpeado por una medida sanitaria, cuando lo que en realidad te deberías persuadir, te tendría que pedir que los acompañes, ofrecerte un barbijo.

Habría que tener en cuenta que el 0,01% son los que caen detenidos, es decir el 99,9% está cumpliendo el aislamiento preventivo, no hay desobediencia como para que las medidas sean tan represivas, cuando en los  barrios falta comida, no hay agua, y en algunas viviendas hay niños ancianos con hambre que no pueden higienizarse.

El comité de emergencia debiera comprender que esta pandemia nos sorprende con muchas familias en la pobreza y esto no se soluciona con la policía golpeado en las calles, a los pobres que salen en busca del pan, sino que su misión en principio debería estar dirigida a la seguridad ciudadana, a persuadir, a convencer y desde el comité de emergencia encabezado por el intendente Manuel Osvaldo Castillo, promover una buena asistencia social distribuyendo alimentos, no exclusivamente para los partidarios, sino para los sectores más vulnerable. No importa como piensen y no es casualidad, sino causalidad que si revisamos la lista de detenidos, en lo que va la cuarentena, la mayoría son vecinos que salían a trabajar.

Al edificio del Centro Cultural se lo convirtió en un campamento de detención, donde alojaron hasta 40 presos por transgredir las medidas de restricción. Permanecen en un lugar construido para preservar la identidad del Copeño, edificio  que está lejos, muy lejos  de reunir las condiciones mínimas para albergar a detenidos, los que durante su estadía  duermen tirados en el piso , con sanitarios sin funcionar por falta de agua, y en muchos casos sin alimentos.

Es justo entonces preguntar al intendente Manuel Osvaldo Castillo y demás miembros del comité de emergencia sanitario, no es una contradicción tener en estas condiciones a personas que están privadas de su libertad?.