La Federación Argentina de la Industria de la Madera alertó sobre la difícil coyuntura que atraviesa el sector en todo el país como consecuencia de un modelo económico que perjudica a quienes apuestan por la producción y el trabajo. Según la entidad, el año pasado un 72 por ciento de las empresas de la industria de la madera registraron una drástica caída de la actividad por el achicamiento del mercado interno, mientras que el 30 por ciento tuvo que despedir a trabajadores.

La Federación Argentina de la Industria de la Madera reúne a entidades que, a su vez, agrupa a empresarios madereros, carpinteros industriales, ebanistas, productores forestales, y fabricantes de muebles y aberturas de las diferentes provincias. Más de 9000 empresas, la mayoría pequeñas y medianas radicadas en distintas regiones del país, conforman el entramado productivo de la cadena forestoindustrial argentina que genera más de 66.000 puestos de trabajo en forma directa y cerca de 70.000 en forma indirecta.

La reducción del mercado interno que padece el país desde 2015 hasta estos días se tradujo en una caída en las ventas que, por supuesto, impactó en toda la cadena de valor. A esto debe sumarse el aumento de las tarifas de energía, el incremento de los costos de producción y también una fuerte presión impositiva. En el peor de los casos, muchas empresas del sector sufrieron embargos en los últimos años que las pusieron al borde del cierre por la constante pérdida de rentabilidad.

En Chaco, en una reciente reunión celebrada en la localidad de Presidencia de la Plaza, representantes de la Federación de Asociaciones de Productores Industriales y Forestales, que nuclea a productores e industriales de Villa Berthet, Presidencia Roque Sáenz Peña, Villa Ángela, Pampa Del Indio y Presidencia de la Plaza, lamentaron que exista “un gran desconocimiento de la actividad forestal”, que también padece los efectos negativos de la crisis económica, y que a pesar de todo sigue adelante, sosteniendo a buena parte del trabajo que hay en el interior provincial.

En ese sentido, debe destacarse que el 90 por ciento de los emprendimientos relacionados con esta actividad están fuera del área metropolitana de Gran Resistencia. Otro aspecto a tener en cuenta es que hay pequeños poblados, sobre todo aquellos que están más alejados de la capital provincial, donde la única fuente de trabajo es la que ofrece la actividad forestal. Por otra parte, en localidades como Quitilipi o Machagai, los aserraderos, carpinterías y todo lo que hace a la industria del mueble y la fabricación de aberturas de madera juegan un papel fundamental en la economía local.

En Santiago de Estero, en las localidades de Monte Quemado, Campo Gallo, y otras localidades del norte santiagueño donde tan solo se encuentran en pie 17 aserraderos no existen las mismas oportunidades. La producción de carbón vegetal sigue siendo una alternativa en la cadena de valor forestal que también genera empleo para los Santiagueños. Se calcula que este segmento de la producción (el de sector forestal en general) aporta a la economía provincial unos 10.000 puestos de trabajo. Se trata, por cierto, de una cifra que adquiere una mayor relevancia en estos tiempos de crisis en la economía y altos índices de desocupación.

Por eso se entiende la preocupación de los representantes de este sector productivo no sólo por la difícil coyuntura que atraviesa como consecuencia de un modelo económico nacional que privilegia la especulación financiera por sobre la producción y el trabajo, sino también porque muchas veces se asocia, injustamente, a los forestales y a la actividad forestal en general únicamente con aspectos negativos como lo son los desastres ambientales y el impacto que éstos tienen sobre el cambio climático.

La actividad forestal ha cambiado mucho en las provincias del norte en los últimos años. Se lograron acuerdos entre los productores, los gremios que representan a los trabajadores del sector y el Estado para impulsar medidas destinadas a promover las buenas prácticas en toda la cadena industrial. Esto ha permitido, entre otras cosas, erradicar la informalidad y comprender mejor la importancia que tiene que toda la madera que sale de la provincia tenga que ser, en forma obligada, procesada en el lugar de origen, generando así valor agregado a la producción local.