Años de abandono e incumplimiento de responsabilidades pusieron al viejo edificio del cine en una situación crítica. Nadie sabe hasta cuándo, pero está ahí desde hace más de 50 años, oculto por el monte, a metros del hospital convertido en refugio de víboras; escorpiones; ratas; linyeras y adictos, que peligran ser aplastados.

Por entre las paredes puede verse el interior de una devastada arquitectura, sin piso, con laterales a punto de derrumbarse y restos de mampostería que cuelgan de los hierros.

El monte sin frenos se apodera de la abandonada obra, que se levanta como un insulto en el centro mismo de una ciudad, donde la indiferencia de los funcionarios es la principal causa del abandono, cuando no se preguntan hasta cuándo será que va resistir el viejo local, que al conocimiento de los vecinos no está claro a quién pertenece y si tuviera dueño, siempre fue obligación del municipio de actuar aplicando las ordenanzas vigentes.

Si por seguridad y salubridad se tratase, deberían interesarse los funcionarios del municipio. Culpas compartidas del pasado con el presente, que lo han transformado al edificio en refugio de alimañas, que conviven con los vecinos de la céntrica avenida 9 de Julio o hacia los fondos, calle por de medio, se cruzan los bichos a escarbar los tachos de basura del Hospital Público, donde con humor, se recuerda cuando una madrugada, en la misma guardia del centro de salud, se presentó una comadreja. Tal vez por haberse sentido invadida.

El edificio fue en su tiempo un orgullo, allí se realizó la primera edición del festival y funcionaba un cine y como en las películas, se convirtió en la casona del terror. Hoy refugio de alimañas, linyeras y adictos, que se quieren escapar de la realidad, consumen y se transportan a un mundo que nada tiene que ver con Monte Quemado.

El viejo edificio del cine se mantiene en pie de milagro, sin un plan de restauración para salvarlo por los años, peligra derrumbarse y es necesario de que el municipio, intervenga, ya no hay tiempo para la indiferencia, tapado por el monte, coloca en eminente peligro la seguridad y la salubridad de los vecinos y es esa la responsabilidad indelegable que tiene el municipio y sus funcionarios.