Taurino, el maestro sin escrúpulos, un personaje de la risa y la burla, la pircadía al servicio de la ventaja, sin importar formas y formulas, ni medios, para llegar al fin.

Eso fue lo que quedó de enseñanza de este personaje, que llegó a la escuela de Rumi Pozo, en el departamento Copo, en los años 2000, donde nadie lo recuerda bien. Para entonces, las denuncias de los padres indicaban que había convertido a la escuela en un boliche rural bailable, bajo excusa de recaudar fondos que nunca llegaron a mejorar el edificio y las quejas y denuncias fueron repetidas por la falta del funcionamiento del comedor escolar.

Taurino hacía la fiesta, recaudaba y desaparecía. Los chicos pasaban largas semanas sin recibir clase. Obran copias de denuncias de entonces en poder de El Municipal.

Con su espíritu inquieto, pasó por varias escuelas, no se conformó con todo lo que le daba la educación. Por su falta de apego a la enseñanza, rechazado por las distintas comunidades educativas en las que estuvo, aprovechando los montes del departamento Copo, quiso también incursionar en el obraje. Fue al negocio de don Miguel Elías, de Taco Pozo y compró motosierras; hachas; mercadería, pagando una deuda abultada al comerciante chaqueño con un cheque del comedor escolar.

Llegó la fecha del cobro y don Elías no pudo cobrar el valor, por lo que realizó la denuncia y el maestro se transformó en el prófugo (existen antecedentes del sumario). La Policía, para entonces, lo buscó como una ajuga en medio del pajar y nunca lo pudo sorprender, don Miguel Elías murió y no logró cobrar. Lo cierto es que un buen día de los años 2000, Taurino, como máximo castigo por su obra, es trasladado a la escuela de Rumi Pozo, donde comienza ya su última etapa como docente. Pero aquí también dejó sus recuerdos. Dicen que en Rumi Pozo sucedió lo más importante: consiguió novia y se casó.

El negocio del huevo

Los ex alumnos de Rumi Pozo recuerdan, entre risas, algunos pasajes de las travesuras del maestro Taurino.

Cuentan que todos los viernes les pedía llevar a cada alumno tres huevos, por lo que el último día de clase de la semana, el maestro tenía asegurado un ingreso de un promedio de 50 productos, a los que vendía en un almacén de la zona diciendo que eran para los gastos del fin de semana en las carreras cuadreras o campeonatos de fútbol de la zona. 

Castigar expulsando

Otros recuerdan que Taurino nunca les levantó la mano, pero si tenía una forma particular de castigar a sus alumnos cuando estos no obedecían o se portaban mal: el maestro sacaba una silla, se sentaba en el patio, les exigía a los estudiantes rebeldes que le expurguen la cabeza y que les arrancaran los pelos blancos, bajo excusa de que, por el mal comportamiento de los chicos, su maestro se estaba volviendo un viejo.

Todo esto pasó en los años de la gestión del maestro Taurino al frente de la escuela de Rumi Pozo, a quien los padres lo vivían denunciando por sus inasistencias, por su extraña forma de enseñar, que nada tenían que ver con las buenas costumbres y buenos modales. Pero siempre lo recuerdan por su particular forma de exigir a los padres de sus alumnos alguno regalo en especie.

Taurino, el político

Así fue que un buen día, después de sus prolongadas ausencias, Taurino regresa a Rumi Pozo, empapelando la escuela y los ranchos de la zona con un afiche: “Taurino, comisionado municipal de Villa Matoque, Rached Gobernador”.

 Fue la primera y última incursión de Taurino en la política, de los más de mil electores, obtuvo cuatro votos, constituyéndose en el candidato menos votado de toda la Argentina y desde entonces nunca más se lo vio por el lugar.

Hoy, después de años de ocurrido ese incidente político, los vecinos cuentan que se pusieron de acuerdo de tomarse el desquite. Es que, por su desastrosa gestión en la escuela, con niños de 5to grado sin saber leer y por todos los engaños del que fueron víctimas, decidieron tomarse la revancha y nadie lo votó.

En realidad, fue un maestro contra todas las reglas de la lógica y la vocación. Usó la escuela, a sus alumnos y a la comunidad educativa contra todo espíritu de educación e integración comunitaria, los lugareños lo recuerdan como el maestro que llegó con la astucia de un zorro, y cuando le convenía se mostraba con inocencia de un pavo. Lo cierto es que fue despertando odios en unos y risas en otros.