Cuentan que viajaban en el colectivo con el pasaje completo, la temperatura superaba los 46° grados, con un aire que para nada enfriaba. Los niños, acalorados, lloraban.

Como si esto  no fuera de su preocupación, el conductor recorría las calles de la ciudad visitando viviendas, en lo que sería un negocio particular de la empresa.

En efecto, pasajeros cuentan que el día jueves 8 de diciembre emprendieron viaje desde la terminal de la ciudad Capital, con destino a la ciudad de Monte Quemado,  partiendo a las 13.00, y dado al buen estado de la ruta, llegaron a Campo Gallo promediando las 17.30, donde el conductor fue a visitar a varias viviendas, por lo que luego,  fue a parar en la terminal de esa ciudad, mientras el sol se filtraba como un soplete por los vidrios de las ventanas del coche.

Explicaron que un pasajero trató de indicarle al conductor sus faltas, llevando a algunos a su domicilio, retrasándose unos 30 minutos. Después de haber permanecido en Campo Gallo más de dos horas, al parecer, realizando diligencias particulares, emprendió  viaje con destino a Monte Quemado, y la  bronca aumentó cuando en el trayecto de 80 km recorrió a una velocidad de 50 kilómetros por hora, llegando a la terminal copeña a las 21.30.