Hacer frente a los discursos de odio no significa limitar la libertad de expresión ni prohibir su ejercicio, sino impedir que este tipo de discursos degenere en algo más peligroso, como la incitación a la discriminación, la hostilidad y la violencia, prohibidas por el derecho internacional.

Así lo advierte la ONU en su campaña para alertar sobre este flagelo que debilita el tejido social.

"El discurso del odio es en sí mismo un ataque a la tolerancia, la inclusión, la diversidad y la esencia misma de nuestras normas y principios de derechos humanos. En general, socava la cohesión social, erosiona los valores compartidos y puede sentar las bases de la violencia, haciendo retroceder la causa de la paz, la estabilidad, el desarrollo sostenible y el cumplimiento de los derechos humanos para todos".

La reflexión pertenece al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y forma parte del mensaje que brindó en 2019 en el marco del lanzamiento del Plan de Acción de Naciones Unidas contra los discursos que incitan al odio. La semana pasada, el periódico norteamericano The New York Times publicó un análisis de una serie de episodios del programa del canal de TV Fox News que tiene como protagonista al conductor Tucker Carlson, quien es considerado uno de los referentes de la llamada derecha alternativa en Estados Unidos.

Según el periódico, con su discurso agresivo, "Carlson lleva ideas extremistas y teorías de conspiración a millones de hogares de EEUU, cinco noches a la semana". "Lo ha hecho desde el principio, pero el espectáculo se ha vuelto más oscuro. El señor Carlson, de 52 años, tiene uno de los megáfonos más grandes de toda la televisión por cable. Cuando el presidente Trump dejó el cargo, Carlson llenó el vacío de la derecha", agrega el periódico.

Durante la pandemia el discurso del animador televisivo, cuyo programa es el de mayor audiencia de la TV por cable en EEUU, se caracterizó por las fuertes críticas a las restricciones impuestas por las autoridades sanitarias de su país. Pero antes de la emergencia sanitaria también se mostró como un ferviente defensor de teorías conspirativas, como la que sostiene que existe un plan de los políticos demócratas para "importar inmigrantes del tercer mundo" con el objetivo de forzar el cambio demográfico a través de la inmigración.

"Quieren controlarte y luego destruirte" y "Quieren controlar tu mente" son algunas de las frases que el conductor repite a la audiencia de su programa. Según el análisis realizado por The New York Times, "noche tras noche, el presentador del programa más visto en el horario estelar de noticias por cable emplea una narrativa simple para infundir miedo en sus televidentes". Salvando las distancias, en nuestro país hubo casos de conductores de programas de radio que, en su intento por ganar audiencia a partir de escándalos, llamaron "mugrientas", "roñosas sinvergüenzas" e "infradotadas" a un grupo de mujeres, o referirse a personas de un movimiento social como "villeros asquerosos".

La semana pasada, en tanto, un actor invitado a un canal de noticias porteño mantuvo una fuerte discusión en vivo con el conductor del programa, luego de golpear con violencia una mesa e insultar a los que participaban en el debate. Cuestionar el empleo de un lenguaje alimentado por el odio durante los debates públicos no debe ser interpretado como un intento por limitar la libertad de expresión.

Como bien señala la ONU en su campaña, de lo que se trata es de evitar que este tipo de discurso derive en algo más peligroso. Es más grave aún cuando la incitación a la discriminación, la hostilidad y la violencia se amplifican a través de medios de comunicación que llegan a una amplia audiencia.

Hay quienes aseguran que uno de los mejores remedios contra el odio que unos pocos intentan inyectar en la opinión pública consiste no en promover la censura, sino en alentar la formación de lectores y audiencias cada vez más reflexivas que comprendan la enorme importancia que tiene el respeto por las opiniones y puntos de vista de los demás y el fortalecimiento de los vínculos entre las personas.