Jorgelina Ocaranza y sus niños dejaron el ranchito precario, el cual estaba expuesto al derrumbe. Hoy, vive con sus hijos en una vivienda que no es grande, pero segura y digna.

La misma fue construida por el  grupo solidario “La Unión Hace las Fuerza”.

La vivienda está ubicada en el barrio El Vinalar y se levanta como un desafío a las instituciones de la democracia, que en Monte Quemado pareciera que dejaron de estar al servicio de los que menos tiene.

Cabe destacar que el grupo solidario la Unión hace la Fuerza, no es la primera obra con la que benefician a familias sin techo y de precarias viviendas. Desde hace un tiempo viene sembrando  el ejemplo de que la solidaridad es  la ayuda desinteresada, la empatía y el pensar en los demás y no solo en nuestra persona.

Los integrantes del grupo no son vecinos pudientes, sino de personas humildes, trabajadoras, que ofrecen desde sus oficios de albañiles, capacheros, carpinteros, electricistas, etc.  Acompañados por un puñado de mujeres, madres de familia  y jóvenes, que piden las donaciones para poder concretar las obras para los que más necesitan. Todo lo que hacen lo hacen por amor al prójimo, sin fines de lucro, sin colores políticos  sin discriminar y con respecto tienden una mano a quien lo necesita.

La sensación de plenitud y satisfacción que resulta de ayudar a otros seres humanos, pese a los problemas y dificultades que conlleve esa ayuda, repercute a modo de recompensa en esa persona. La fuerza del amor al prójimo con el que trabaja el grupo solidario “La Unión hace la Fuerza”, es ejemplo, quizás sin darse cuenta están educando en la solidaridad, convirtiendo la solidaridad en un valor de servicio mutuo, que les permita a la ayudar al que menos tiene, sin esperar nada a cambio.