Un poblador del paraje Taco Pozo, departamento Pellegrini, ubicado a unos 20 kilómetros de la ciudad de Nueva Esperanza, salió de su casa a buscar sus animales de corral que andaban sueltos en la espesura del monte.

El hombre llegó hasta el río Horcones (que desemboca en el Salado) y realizó un rastrillaje por las inmediaciones;  mientras comenzó a arriar su ganado. Según indicó el poblador a los “guardianes del orden”, es un recorrido que lo hace habitualmente, pero esta vez algo llamó su atención. Era un montículo. Al acercarse advirtió que era un elemento contundente. Dedujo que se trataba de un hueso o una piedra extraña.

Su curiosidad lo llevó a realizar una excavación alrededor para extraerlo y ver de qué se trataba. Pero a poco de iniciar la tarea se dio cuenta de que era más grande de lo que sobresalía de la tierra.
Al parecer, el agua de lluvia había “lavado” la zona y dejó al descubierto los restos de un animal de grandes dimensiones que habitó tierras santiagueñas hace más de diez mil años.

Ante el hallazgo de los restos de una especie prehistórica, el poblador decidió informar a la Policía. Llamó a la sede policial y brindó su ubicación y detalles sobre el valioso hallazgo que había realizado.
Las autoridades de la Comisaría Comunitaria N° 32 se trasladaron al lugar, corroboraron la noticia y dejaron personal para que custodiara el lugar, a fin de preservar el valioso hallazgo.

El hecho fue comunicado a antropólogos y otros profesionales de la provincia, quienes viajarán los próximos días a la localidad de Taco Pozo para analizar los restos. Se tratará de verificar fehacientemente de qué animal se trata y diagramar un operativo para realizar la excavación, extracción y traslado a la ciudad Capital para su estudio y posterior exhibición al público. 

De acuerdo con las primeras averiguaciones y a las características de los restos, podría tratarse  de un gliptodonte. 

Los profesionales, además, realizarán un análisis y un reconocimiento del ambiente donde se llevó a cabo el hallazgo del poblador, cuando buscaba sus animales. 

Los gliptodontes medían más de tres metros de largo 

 Los gliptodontes medían unos 3,3 metros de longitud, 1,5 metro de altura y pesaban más de dos toneladas. El rasgo anatómico más distintivo de los gliptodontes y del resto de armadillos gigantes es su enorme caparazón defensivo, compuesto por gruesas placas óseas —de 2,5 centímetros de espesor— formando patrones diferentes, según la especie. Tenían una cola maciza con la cual golpeaban a sus depredadores para sobrevivir.

Los gliptodontes habitaron gran variedad de espacios en América del Sur, desde zonas de matorrales o con pastizales, lugares con vegetación acuática, bosques tropicales y de coníferas. Se alimentaban, principalmente, de pastos y arbustos.

Los arqueólogos analizarán, los próximos días, la zona donde se produjo el hallazgo para poder conocer el ambiente donde los animales prehistórico habitaron en su momento.