A finales del siglo XIX el ferrocarril ingreso a nuestro país acortando las distancias, y en este avance necesitaba imperiosamente el material y la estructura para su funcionamiento.
Así comenzó la explotación del bosque Santiagueño para la obtención de maderas duras (quebracho colorado principalmente), que servían como durmientes para las vías del ferrocarril, postes para la separación de los campos de La Pampa, carbón y múltiples usos.
Dicha explotación comenzó a traer decididamente a los capitalistas, y la ecuación ferrocarril, explotación forestal, latifundio comenzó a modularse, y por ende, La locomotora y los obrajes ingresaron al Chaco Santiagueño.
El obraje fue una empresa dedicada a la explotación forestal, y tuvo su época de apogeo a finales del siglo XIX y principios del XX. Una vez extinguido el bosque, los talleres se desmontaban y se retiraban hacia otra zona donde continuar con la explotación. Para este funcionamiento, era necesario dar a este tipo de industrias una organización que facilitara el rápido traslado de los talleres, como también de los obreros. Así los peones cambiaron sus hábitos agrícola-pastoriles, cargando sus pocas pertenencias (perros, chivos, chapas, etc.), y convirtiendose en seres que se dirigían de un lugar a otro, hacia donde la compañía lo decida.
¿Para qué construir poblaciones estables? ¿Para qué construir escuelas, postas sanitarias, pozos de agua potable? Si extinguido el bosque había que dejarlo todo. La compañía atraía a los hacheros con adelantos, y una vez en el lugar, estos se adentraban en el monte, donde en la mayoría de veces, era un trabajo familiar, y dicha labor se encontraba comprendida dentro del pago del hachero. Al jornalero se le pagaba con vales de la compañía (conchabo), que podía cambiar por mercadería (mucho más cara de lo habitual), formando así pequeños estados dentro de la Republica. De esta manera, estaba destinado a pagar una deuda con trabajo, que cada día se hacia más grande. Se ingresaba a un obraje y difícilmente salía, se era esclavo de por vida, sus hijos aprenderían a temprana edad el oficio y lo recibirían como única herencia.
En los obrajes nunca se aplicaron las leyes laborales, y la ausencia del control del estado posibilitaba todos estos abusos. El comisario y el juez de paz por lo general realizaban tareas simultáneas para el patrón. “Zenobio Campos viejo obrero forestal domiciliado en Quimili, delegado de la Federación Obrera Santiagueña de la Industria Forestal desde el año 1949, decía que él se hizo radical y de Yrigoyen, por que fue durante ese gobierno, que recién se empezó a sentir en la provincia el cumplimiento de las leyes laborales, antes no existíamos, y después me hice peronista por el mismo motivo.”
Según datos estadísticos, Santiago del estero contaba al principio de la explotación con alrededor de 11 millones de hectáreas de bosques, donde en la actualidad solo quedan 700 mil o menos. Esta destrucción trajo aparejado un cambio sustancial en el clima de la provincia, y por supuesto, cambios socioeconómicos. De esta manera Santiago se convertiría en una enorme llanura "estéril e improductiva".
Redacción: Federico Lugones
Fuente: HACHA Y QUEBRACHO, HISTORIA ECOLOGICA Y SOCIAL DE SANTIAGO DEL ESTERO
“La explotación forestal”
Raul F. Dargoltz