Por Tony Villavicencio | Por  haber conocido el sentimiento de pertenencia que fomenta el fútbol desde dentro de una cancha y lo que vincula la práctica de este deporte como un aporte a la construcción de la identidad:

“Juego, luego soy” y entonces la pregunta ¿Qué propósitos desleales escondían los medios del grupo Clarín cuando calificaban de vulgar al mejor jugador del mundo?.

En el fútbol se busca y no siempre se encuentra la propia identidad, lo que define al ser y conduce al encuentro con lo  que uno aspira y quiere para su equipo. Yo, como miles de jóvenes, aspiraba ser futbolista, llegué a jugar en la primera del club Güemes,  fui campeón con el club  Santiago, hoy Unión Santiago. Y desde esa pasajera experiencia, tal vez sea eso lo que me permite escribir del fútbol desde adentro de una cancha.

Por el camino de la razón, buscamos cómo se manifiestan en este deporte, dos sentimientos esenciales a la madurez humana: el de la identidad y el sentido de pertenencia. Ambos tienen mucho que ver con la necesidad de ser reconocido, por diferente y entre todos, y por otro lado con la satisfacción de integrar un equipo de futbol.

El estilo de juego es un modo de ser, que revela el perfil propio de cada comunidad social y afirma su derecho a la diferencia. Ser aficionado es como ser miembro de una familia: ésta a veces te da alegrías, otras, disgustos, pero el apoyo de un argentino es un compromiso, no le podés fallar a tu club, y cuando se trata de la Selección Argentina es algo tuyo. Es decir, nos pertenece a todos los argentinos y entonces la pregunta obligada, ¿Magneto es empresario francés? porque pareciera no pertenecer a nuestra  entidad, y con este gesto de criticar a nuestra selección demostró que no solo odia al gobierno de Alberto Fernández y de Cristina Fernández, sino también al pueblo argentino.  

En nuestro país, cuando se habla de fútbol,  pasión de multitudes y cuando se refieren a la selección Argentina de fútbol es pasión, es un sentimiento muy intenso, capaz de dominar la voluntad y doblegar la razón. Por eso, un encuentro de fútbol puede hasta desencadenar una tragedia, como lamentablemente ya ha ocurrido. Esto hace capaces a los hinchas de crear y entonar cánticos agraviantes hacia el oponente o tirar gas pimienta en la cara del contrincante o de quien tiene la responsabilidad de dirigir el partido. Con que derecho los franceses del grupo Clarín nos califican a los argentinos de vulgares.

El sentimiento de un hincha argentino se revela claramente, cuando atruenan los gritos futboleros alentando al equipo o gritando gol y al entonar las estrofas del Himno Nacional. Además, responde el por qué muchos  se sienten más argentinos durante las actuaciones del seleccionado, es decir que es el fútbol una de las pocas razones que nos unen como nación y los medios del grupo Clarín, lejos de ese sentimiento de  integración, direccionaron con subjetividad el  mensaje de odio,  no solo criticando a jugadores, sino descalificando al pueblo argentino.

El fútbol no tiene lógica, por lo menos a corto plazo, tal vez intentando contraponer razones a la pasión que no tiene consuelo y hasta se desbarranca en insultos contra los jugadores cuando se pierde un partido, como sucedió vergonzosamente con el primer partido con Arabia Saudita. Eso somos los hinchas futboleros argentinos, tenemos la capacidad de llorar por perder y de llorar porque logramos conquistar el campeonato del mundo.

En nuestro país, el fútbol es el deporte popular por excelencia y un factor por el cual las clases sociales se unen. Sean ricos o pobres, los que alientan una misma bandera, un mismo club, se sienten unificados en un mismo bando, compartiendo valores, códigos y costumbres propias de cada club. Y ese hecho propicia encuentros, que, orientados, pueden ser altamente positivos para el país y sin dudas  el éxito de los argentinos es lo que los desalienta.

Es por eso que no podemos dejar de no hacer mención, a los mensajes de odio de los diarios y los medios visuales del Grupo Clarín,  descalificando a nuestra selección y al mejor jugador del mundo, Leonel Messi, y es por eso que necesito concluir este mensaje, pidiendo perdón a  nuestros lectores y como en la cancha, en mi condición de  hincha de nuestra selección, imitando al mejor jugador del mundo y gritarle a los odiadores “BOBOS” que informan.