Por Tony Villavicencio. Hay preocupación en la familia y también en las instituciones educativas de la ciudad de Nueva Esperanza por el descontrolado expendio de bebidas alcohólicas a jóvenes y menores, a quienes se observa consumiendo sin control en confiterías y otros  lugares públicos.

 

Es innegable el consumo de bebidas alcohólicas y otras sustancias por adolescentes y jóvenes. Si bien es cierto no hay estadísticas oficiales, empero solo transitar, especialmente los fines de semana por  confiterías, boliches bailables,  y/o  en las  plazas públicas,  devela  que el promedio de consumo de bebidas alcohólicas, por parte de menores y jóvenes  es muy alto y esto  incrementa las estadísticas de los accidentes de tránsito.

En oportunidades, los fines de semana se registran tres y hasta cinco accidentes, según revelan fuentes policiales y lo afirman del hospital distrital de Nueva Esperanza. La juventud es el sector que menos defensas tiene frente a la agresión constante de las publicidades que presentan a la bebida como fuente inagotable de placer o como el recurso Infalible para desatar todos los nudos de las inhibiciones o de la timidez. Así, los jóvenes se intoxican y se descontrolan, y es verdaderamente muy preocupante que desde las instituciones pareciera se han acostumbrado a ver esta realidad.

Simplemente como modalidades del paisaje juvenil, sin provocar  la más mínima reacción.

En la F.M. Roiz se escucho decir a un preocupado padre. La cuestión es realmente grave. Un estudio realizado a nivel país señala que la edad en que se comienza a beber alcohol en la argentina ronda los once años. Esta certeza contiene en sí misma todos los elementos capaces de hacer sonar muy fuertemente todas las alarmas, con solo una mañana de sábado o domingo bien temprano caminar por las calles a bailables y observar el cambio de conducta en muchos jóvenes que a esa hora salen alcoholizados de bailes o  boliches.

Las tasas más altas de consumo se sitúan en los grupos que tienen entre 18 y 25 años, el hecho más preocupante se da entre los jóvenes que tienen menos de 18 años. En ese sector se pudo determinar que entre los 11 y 17 años, más del 40% ingieren bebidas alcohólicas y dos de cada diez de ellos consumen más de 100cc de alcohol puro por vez, lo que es decir más de dos litros de cerveza, un litro de vino o un cuarto de litro de alguna bebida destilada.

El flagelo del alcoholismo en Nueva Esperanza y el consumo de otros alucinógenos,   es una realidad, y se lo palpa  en el devenir de todos los días. Los jóvenes están hoy en situación de vulnerabilidad extrema. La relación entre alcohol, la droga la diversión y el comportamiento, es un tema que debería preocupar y es  reflejo de lo que ocurre en casi todas partes: violencia, falta de verdaderos valores y falta de límites, para todos y en todo, al extremo que no valoran  sus propias vidas.

Por estos días algunos  padres,  golpeados por esta realidad, instintivamente reaccionan  y proponen trabajar  para salvar adolecentes y jóvenes  del  consumo del alcohol y otras sustancias  que avanza sin barreras, comprometiendo la salud y el futuro  de los adolecentes y de los jóvenes.

En  Nueva Esperanza,  la familia, la escuela y  de más instituciones, tienen que juntarse y comprometerse  hacer frente al flagelo del Alcoholismo y las drogas, que amenaza con apoderarse de la conducta y la salud de sus hijos.