El referente de los curas villeros cuestiona a los críticos del Papa y sostiene que Francisco  ama a la Iglesia tanto que la empuja a dar pasos para su transformación, su crecimiento espiritual. Pepe considera que el debate sobre el aborto ha  sido  inconsulto y que los defensores del aborto invocan hipócritamente a los pobres.

El padre José María di Paola, el Padre Pepe, es el referente más reconocido del equipo de curas que ha extendido su acción en las principales villas de emergencia del conurbano y que crecieron en la Capital Federal, al amparo del entonces obispo porteño, Jorge Mario Bergoglio. Di Paola es el coordinador nacional de la Pastoral Nacional de Drogadependecia y Adicciones de la Conferencia Episcopal Argentina, lo que lo lleva a viajar por todo el país, pero no ha dejado de ser un cura villero.

El último domingo, recién llegado de El Vaticano, Pepe trabajaba como de costumbre en la parroquia que sirve, la de San Juan Bosco, emplazada junto a la villa La Cárcova, desde la que ejerce una acción pastoral sobre cerca de 40.000 almas, pobladores de ese y de otras barrios más que modestos muy próximos, en José León Suárez.

“En las villas de Capital hace 40 años que la parroquia está presente -comenta el Padre Pepe-. En la provincia la ausencia fue grande. Las parroquias fueron quedando en el centro, y los suburbios quedaron cada vez más lejos de ese centro. Ahora, como hacemos aquí, repetimos la experiencia que se hizo en Capital: el cura viviendo en la villa, como un vecino más y trabajando con todos los pobladores la vida espiritual y la vida social”.

San Juan Bosco es iglesia y también escuela. Y centro de deportes. Y centro de acción comunitaria. Y centro de acción contra la droga. Hasta alberga una radio, bien instalada, a cuya inauguración asistió la gobernadora María Eugenia Vidal. El domingo, en el mismo espacio donde a las horas habituales se celebra la misa, Pepe coordinaba una distribución benéfica de ropa. Cuando no hay misa ni otras actividades, en ese mismo espacio los chicos del barrio juegan al básquet (dos aros reglamentarios, ubicados en las puntas, así lo testimonian). En La Cárcova se aplica el concepto del Papa: la iglesia como hospital de campaña.

Allí, en San Juan Bosco, el Padre Pepe trazó, a solicitud de La Prensa, un balance sobre los cinco años de pontificado del Papa Bergoglio:

-Creo que es importante observar el nombre que eligió para su pontificado. El haber adoptado el nombre de Francisco fue significativo desde el vamos. San Francisco de Asís se plantó como un católico de su época que amaba a la Iglesia y que consideraba que había dar un giro en muchos aspectos. Produjo una renovación espiritual. Bergoglio toma ese nombre porque también ama a la Iglesia y sabe que es precisa una renovación, un despliegue de sus energías espirituales. Su prédica invita a afrontar la vida de esta época volviendo al Evangelio, a los valores del Evangelio. Con él vivimos una espiritualidad fuertemente renovada en la Iglesia. Y más allá de la Iglesia misma, nuestro Papa se ha convertido en un líder espiritual en el mundo. Su palabra llega tanto a los que creen como a los que no creen, tiene un alcance global. Y la palabra de Francisco habla, como él dice (y como él ha hecho a lo largo de su sacerdocio), desde la periferia: no desde el lugar del poder, sino desde muy lejos, desde los bordes. Cuando estaba en Buenos Aires, él miraba la situación desde las villas. Él podía haber permanecido en Plaza de Mayo, donde estaba su despacho, y pensar que la Casa Rosada, los ministerios, la Jefatura de Gobierno, los bancos y las grandes empresas eran la realidad de ciudad; pero no: él observaba eso desde la perspectiva de las villas, el lugar desde el que mirar la realidad. Y en el mundo está haciendo lo mismo.

-Esta manera de mirar de Francisco parece no gustarles a algunos. Por ejemplo, en el seno de la Iglesia se notan reacciones y cuestionamientos. Planteos de ciertos cardenales. ¿Usted registra esas presiones, les da entidad, las ve crecer o las considera en retirada?

- Se trata de reacciones reducidas a un grupo ultraconservador donde se nota la pérdida de una mirada centrada en el Evangelio e inclinada a conceptos mundanos. Es un núcleo pequeño, que tiene poder acumulado y al que le cuesta comprender los pasos que necesita dar la Iglesia para cumplir con su misión. En cambio, cuando uno habla con el pueblo, con la gente de los barrios, con los jóvenes, con los estudiantes, lo que nota allí es la cercanía que ellos sienten con el Papa.

- En el caso de la Argentina también se observa una resistencia a Francisco, que no parece tener su eje en la Iglesia, sino en sectores seculares, en núcleos de la intelectualidad y los medios. Y uno de los argumentos que se esgrimen es que el Papa no viene al país. ¿Usted qué significado les asigna?

-Es cierto, varios de los que atacan al Papa no son creyentes y critican la prédica del Papa que es, naturalmente, la prédica de un hombre de fe, de un pastor de la Iglesia. Cuando Francisco habla sobre los inmigrantes, sobre los marginados, sobre las periferias, cuando compara a la Iglesia con un hospital de campaña, transmite el lenguaje del Evangelio. Y es criticado por eso.

-El hecho de que lo discutan quienes no creen es probablemente una prueba del peso de la palabra del Papa: sienten que es una referencia obligada.

-Es cierto. También es cierto que se trata de cuestionamientos a un hombre de fe motorizados desde sectores influyentes que sienten la fe y el mensaje de Jesús como un límite a sus poderes y dominios. Las críticas al Papa, que son expuestas por ciertas líneas editoriales y ciertos opinadores, denotan una falta de valoración del hecho de que Argentina tiene un líder espiritual de enorme envergadura reconocido por el mundo. Hay sectores que se guían más por cuestiones de imagen que por la naturaleza del mensaje o por la importancia de los asuntos que presenta la realidad. Se promueve la discusión sobre si el Papa viene o no al país mientras hay problemas de falta de trabajo, de precarización del trabajo. Hay asesores de imagen que se especializan en provocar esas distracciones. Se sacan temas de la galera mientras hay sufrimiento abajo.

- ¿El debate sobre el aborto forma parte de esas distracciones?

- Fue un debate abierto repentinamente, de sorpresa. Nos acostumbran a que no se consulte nada. A que los candidatos prometan unas cosas y después hagan otras diferentes. En el caso del aborto, sus propagandistas alegan que es “para ayudar a los pobres”. Me parece un argumento poco sincero, en muchos casos hipócrita, diría. Hay sectores de las clases medias y altas que esconden sus deseos bajo la bandera de los pobres. Nosotros vivimos diariamente junto a sectores muy pobres, y aquí en las villas no escuchamos pedir libertad para abortar. Por el contrario, lo que vemos es una lucha por la vida, una defensa de la vida que se hace a menudo sin recursos, en situaciones muy complicadas y, por cierto, con poco respaldo de los poderes públicos a las familias y a las jóvenes embarazadas. Lo que se necesita es una sociedad que comprenda, que valore y que acompañe.

-El papado de Francisco cumple cinco años y, en paralelo, el gobierno de Mauricio Macri ha ingresado en la segunda mitad de su mandato. ¿Cómo observan los curas villeros la conducta del Estado en estas “periferias”?

- Algunas de las manifestaciones del Estado (nación, municipios, provincia) muestran intención de estar. Yo llevo más de veinte años en las villas y eso lo observo. El tema es cómo crear trabajo genuino. 

-Volviendo al Papa, ¿qué considera que quedará firme del pontificado de Francisco?

- Francisco ha dado pasos muy importantes. Despejó un camino de espiritualidad y abrió la puerta a hablar de muchos temas que necesitan una respuesta y en los que la Iglesia no puede estar ausente. Por ejemplo: pronto tendrá lugar el sínodo del Amazonas que enfocará el análisis sobre grandes lugares en los que no tenemos sacerdotes y donde es necesaria una presencia eclesial. Francisco nos enfocó en los problemas sociales. Otro aporte: la búsqueda del encuentro, haber acercado a Cuba y Estados Unidos, las tareas por la paz en Colombia, la apertura a China, los encuentros con otras iglesias cristianas (ortodoxos, evangélicos) y con otros cultos monoteístas. En estos años el Papa ha cumplido una enorme tarea en el gran escenario mundial. Algunos de sus críticos locales parecen no haberse enterado de esa dimensión del Papa, esa mirada sobre el mundo que parte de la fe y del Evangelio. Como decía al inicio, tenemos que tomar la referencia de Francisco de Asís, que ama a la Iglesia tanto que la empuja a dar pasos para su transformación, su crecimiento espiritual, con una cosmovisión que incluye a todos.